domingo, 7 de diciembre de 2014

Muerte.

Quieren que muera.
Y lo entiendo. Ni yo mismo me soporto a veces. De hecho, la mayoría del tiempo. Pero qué le vamos a hacer. Es algo con lo que he aprendido a convivir.
Deberían aprender también ellos. Me refiero a aquellas personas que detestan la idea de que yo sea feliz, por mínima que sea. Y me duele.
Nunca hice nada a maldad. No merezco que me dañen. No merezco que me humillen, desprecien, y mancillen mi nombre (Cualquiera de los que tengo) con historias absurdas y crueles. Hay que dejar de prejuzgar por envidia.
Aunque no tengo del todo claro que sea por envidia. Pero no me importa. La envidia es sólo un azulejo más de la vidriera de la maldad humana.
Decía Segismundo en su monólogo "Pues el delito mayor / del hombre es haber nacido". Y ese habrá sido mi error.
Muchas veces, lo reconozco, lo deseé. "Ojalá no hubiese nacido", fue mi horrible deseo. Y aún hoy día, me atrevo a confesar, lo pienso muchas veces. Creo que si no existiese mucha gente sería más feliz. Yo también, de hecho. Para mí la vida guarda tantos secretos que sufrí, que desearía no haber vivido. Pero bueno. Ya que estoy aquí, pues palante.
Es una desgracia que haya personas que se atrevan a ignorar mis virtudes y señalen mis defectos con los dedos acusatorios. Es una vergüenza que se permita si quiera ese tipo de actitudes.
Pero bueno. Yo sólo no voy a cambiar el mundo, pero voy a poner mi granito de arena. Entiendo que haya quien desee mi muerte como yo la deseé tiempo atrás ( y no tan atrás). Pero de momento voy a seguir aquí dando por saco. Vamos a tener que irnos acostumbrando.

martes, 13 de mayo de 2014

Definición de "Vida".


 Vida: (Del latín “Vita”) 1. s. f. Fuerza o actividad interna sustancial, mediante la que obra
el ser que la posee.”.
Y yo frunzo el ceño, mientras intento comprender por qué algo tan simple, posee un significado tan complejo. No somos máquinas, no somos simples objetos programados para movernos, somos mucho más. Como definición científica, va bastante bien. Pero creo que necesitamos un significado más personal que ese. Así que tomo mi bolígrafo, y anoto en el margen.
Vida: (Del latín “Vita”) -y me tomo la libertad de saltarme la numeración, puesto que en mi definición no hay más que una acepción- El sonido de una puerta al abrirse. El olor de la comida recién hecha. El tacto cálido de una fotocopia recién hecha. El puño alzado de “Lo conseguí” y los ojos tristes de “Lo intenté”. El dinero suelto que te encuentras en el pantalón. Los ojos de esa chica del instituto que tanto te gusta. La vida es la tira de plástico de la que tiras para abrir un paquete de galletas. Cuando solo queda una patata del paquete que compartís dos personas, y tu amigo te la ofrece con un “Toma, anda”. Cuando tropiezas y empiezas a correr para fingir que ésa era tu intención. El primer “Mira, mamá, qué guay” y posterior horror de tu madre al descubrir tu obra de arte sobre las cortinas del salón. Cuando suprimes las ruedecitas de la bici. Cuando cantas, cuando ríes, cuando bailas, cuando lloras. Esa señora tan entrañable del anuncio que tanta gracia te hace. La parte transparente del jamón cocido. La cara de un bebé chupando un limón por primera vez (no me digáis que no lo habéis visto nunca en Youtube). La vida es VIDA, y como tal, está llena de cosas buenas y cosas malas. Pero pase lo que pase, es lo único que sólo puede crearse con amor”.
Y lleno el margen de bocetos, sonrío satisfecho y cierro el diccionario.

No sé.


Yo no sé quiénes se creen que son. Yo no sé qué derecho creen que tienen, yo no sé cómo pueden hacer tanto daño. Yo, definitivamente, no sé.
Yo no sé qué hacer. No sé qué va a ser de mí, qué quedará de mí cuando todo esto (Dios lo quiera) termine. Porque no quiero seguir así. No quiero seguir sufriendo. Y no sé hasta cuándo tendré que sufrir.
No sé qué fue de las rosas que eran mis promesas, ni sé cuando se marchitaron junto a mis sueños. Porque, si el destino de toda flor es marchitarse, no quiero imaginar cómo será mi vida, que aún no ha florecido siquiera. Sé lo que no quiero. Y no quiero seguir arrastrándome, clavando mis uñas en la tierra con la desesperación de llegar al otro lado del mundo. Porque hay mucho que recorrer.
No sé qué pretenden. No sé qué les he hecho yo para merecerlo. Cada insulto es un puñal y cada desprecio es un disparo. Mi dignidad se ve reducida a escombros y mi orgullo, a cenizas. Y empiezan a convencerme de una realidad que no es cierta. Y es que, a pesar de todo, los que se equivocan son ellos. Yo no les hago el daño que ellos me hacen.
Y para qué seguir ocultándolo, si tan convencido estoy de que no hay amanecer para mí. Estoy hablando de dos personas. Dos personas con las que vivo y convivo. Son mi padre, y mi hermana. Y empieza a darme igual lo que quiera que debe suceder. Si debo morir, moriré. Pero gritaré por la justicia que merecía y sin embargo me repudiaron.
No sé a qué están jugando. No sé si ellos realmente son felices. No sé si encuentran placer en burlarse de mí continuamente, en faltarme al respeto, en hacerme sentir sucio y putrefacto. Para ellos no soy nadie (peor para ellos, pero...), y sin embargo soy su juguete perfecto. Juegan conmigo pensando que no me romperé, y por ello se apuestan y juegan a intentarlo lo más insistentemente posible. Que si “Maricón”, que si “Mientras no sea como tú”. No sé si ellos lo ven como algo lógico. Sólo sé, que yo no sería capaz de vivir si estuviera haciendo ese daño a alguien.
Pero yo sigo aquí. Si estoy escribiendo esto, es porque aún no me he rendido. Porque me agarro de un clavo ardiendo. Porque mi único combustible son las distraídas risas con mis amigos, y los versos de Mario Benedetti en los días más oscuros. Pendo de un hilo. Y no sé cuándo se romperá ese hilo.
No sé por qué me felicitan. No sé por qué me dicen “Ánimo, sigue adelante. Lo estás consiguiendo”. No sé por qué lo creen. La única razón por la que quiero salir de aquí, es porque quiero vivir, y entre estas paredes no me dejan. No hablo de salir literal, sino de que maten de una vez, o dejen de torturar. Porque no, tampoco sé cuál es la solución. Y no sé, por qué todos creen que vivo día a día, si día a día me siento más y más muerto.
Yo no sé. Definitivamente, no sé. No sé, no sé, y no sé.
Y sinceramente, si lo pienso bien, tampoco quiero saber.

sábado, 12 de abril de 2014

Página Perdida del Diario de los Sueños II


He encontrado una nueva página del Diario de los Sueños. En esta ocasión, la temática del pequeño relato presenta, entre otras, la demencia, el orgullo, y el honor. Todo ello teñido bajo la sombra de un oscuro asesinato.

"El capitán apoyó la mano sobre la mesa del camarote, y se levantó, inclinándose hacia adelante y disminuyendo la distancia entre su rostro y el de Edward.
-Ten mucho cuidado. Quien a hierro mata, a hierro muere.
Muere. Esa última palabra retumbó en su cabeza como el eco de una voz amenazadora en el valle. Muere. Como lo hizo Jeanine.
Ambos se quedaron mirando fijamente un buen rato. Era evidente que el capitán pretendía infundir aún más temor en el marinero. Aunque, la realidad era bien distinta. Ninguno de los dos lo sabía, pero ambos se tenían el mismo temor entre sí.
-Fuera.-dijo el capitán, sin levantar la voz ni cambiar su postura ni su mirada. Edward se levantó, igual de calmado y sereno, para no mostrar debilidad. Y luego, lentamente, y dándole la espalda al enfurecido marinero, abandonó el camarote.
Una vez en la puerta, respiró hondo, y miró al suelo.
No era ningún secreto. La única razón por la que el capitán no lo había acusado, torturado y ejecutado (por pura venganza, por supuesto), era la falta de pruebas. Pero eso no importaba: Él creía que Edward era el culpable de la muerte de la muchacha.
Enrojeció de ira. No, él no era el asesino, a pesar de saber quién lo hizo. Y lo único que evitaba que abriese sus labios para delatarlo, era su honor, y el pacto de sangre que lo certificaba. “El viejo se equivoca”, pensó. “No fui yo quien mató a tu hermana, miserable”. Y, a pesar de todo, la rabia se sublevó ante la calma, y se apoderó de sus ojos, nublándolos. ¿De verdad era él así? ¿Le creía el capitán capaz de cometer un asesinato? Por un momento, se odió. Veía en su futuro el pago del delito de otros. Y no era nada justo.
Seguía tras la puerta del camarote, de pie, con las lágrimas precipitándose de sus ojos directamente al suelo. Le estaban convirtiendo en un monstruo. Y él no quería serlo. Nunca quiso mal de nadie cuando decidió embarcarse en aquella maldita travesía.
Pero ahora era distinto. Ahora sí tenía algo en contra de alguien. Y ese algo, eran las hirientes palabras del viejo apaciblemente sentado tras la puerta. Cómo se había atrevido, a acusarle, aun indirectamente, de algo tan grave y miserable como el asesinato de una muchacha.
Pero lo de la hermana del viejo quedaba al margen. Aquello era algo entre el joven y el bucanero, que había herido y hundido su honor. Y debía pagar por ello.
Lo pensó, y no vio otra solución. Ni si quiera había apartado su mano izquierda del pomo de la puerta. Y con la derecha, desenfundó el puñal que siempre llevaba prendido de la parte derecha de su pantalón. La hoja relució y se secó las lágrimas con la manga de la camisa. Apretó los dientes, y se aferró al mango de su fiel amigo.
Y abrió de nuevo la puerta.
Debía pagar por ello."

Seguiré.


Seguiré luchando, mientras me quede el más mínimo hálito de vida.
Sé que el mundo no está hecho para los cobardes. Igual que también sé, que no existen los cobardes, sino los menos valientes.
Y es que cada cual tiene su propio desafío. Quejarse y comparar tu vida con la de otros, que viven en la apacibilidad y la comodidad de quien no tiene temores ni preocupaciones, es lógico, pero no útil.
Por eso escribo con decisión aquello de la primera oración. Porque en mi caso, las cosas no son fáciles. Pero debo seguir. Seguir, porque merezco vivir. Y merezco ser feliz, por todo lo que he pasado y estoy pasando. E igual que yo, tú.
Muchísimas teorías éticas, afirman y apoyan la idea de que el cambio conlleva sufrimiento, pero que los resultados compensan lo sufrido. Yo añado que la fuerza para superarlo se encuentra dentro de cada uno. La tarea individual es encontrarla y explotarla. Porque, amigo mío,
VALES LA PENA.

martes, 8 de abril de 2014

Página Perdida del Diario de los Sueños I

Antes de que leas esto, quiero explicar una cosa.
Como artista espontáneo que me siento, a veces, me asalta la inspiración y me ofrece escenas breves, que no pertenecen a ningún conjunto escrito, ni mucho menos. Me gusta pensar que son algo así como páginas perdidas de un diario, arrastradas por el viento durante alguna travesía.
Esta es una de ellas. Espero que la disfrutes.


-No tienes derecho a hacer esto. No tienes derecho a matarme como lo estás haciendo. No eres nada, no eres nadie. Eres un monstruo.
Lemben abrió la boca para protestar, posiblemente con una falta de respeto, como era habitual. Pero Manaju no se lo permitió. Siguió hablando con calma, por encima de la voz de su compañera.
-No, no me importa. Perdiste tu derecho a defenderte cuando me dejaste solo. Cuando dejaste que me hundiera y sufriera, en lugar de protegerme y ayudarme, como te correspondía. No hay marcha atrás. Tomaste la decisión de apartarme de tu vida. Ahora soy yo quien la toma. Si deseaste verme caer, no pienso permitir que me veas volar. Nada de esto lo decidí yo. Tú te condenaste, Lem. Y tú misma sufrirás por tu desprecio.
Manaju se dio la vuelta, dándole la espalda a Lem, y se alejó caminando. Y a cada paso, él sentía que una lágrima se precipitaba hacia el suelo y se rompía en mil cristales de liberación.
Y mientras tanto, ella, sin palabras, notó sus mejillas arder de rabia. Y sólo por un instante, lo que su tozudez y estupidez característica le permitía, se preguntó a sí misma si realmente sentía que estaba haciendo las cosas bien, si quizá Manaju llevaba razón. Por un momento, la conciencia le dictó que se equivocaba, que sus errores la llevaban a consecuencias fatales. Pero en seguida volvió a su actitud de siempre y se mantuvo en la postura de que Manaju se merecía ese trato. A pesar de que en el fondo sabía que no era verdad. Y Manaju la dejó vivir en el error, por pena, por compasión, por una mezcla de ambas, o simplemente porque intervenir, no era lo que necesitaba para ser feliz...

sábado, 5 de abril de 2014

Fragmentos del pasado.

"Yo antes tenía alas. Pero me las robaron. Las estoy buscando de nuevo. Añoro volar."

"Admiro a la gente que es capaz de perdonar, porque tiempo atrás, esa capacidad se escapó por las heridas del error."

"Por un lado, el pasado, pasado está, y no hay que darle más vueltas. Por el otro, la Historia nos recuerda qué hicimos mal y cómo evitarlo en el futuro. Con lo cual, no tengo nada claro."

"Recuerdo que, de pequeño, me levantaba muy temprano los fines de semana. Para ver "Doraemon", según me dicta mi memoria. Y me acuerdo de la ilusión que me hacía. Y luego veo que hoy en día los nenes conforme se levantan cogen la tablet o el móvil, y me desilusiono."

"¿No os pasa que, ahora de mayores, os acordáis de algún problema que tuviérais de pequeños, por lo que os pusísteis tristes, preocupados o enfadados, y ahora os parezca una chorrada? A mí sí. Y mi primera reacción es reir, agitar la cabeza y mirar hacia otro lado. Supongo que algún día se repetirá con mi presente."

"Duele recordar. Duele aprender. Pero es necesario, no sé muy bien por qué. Esto a mí me frustra: ¿Por qué hemos de vivir, si el pasado siempre supondrá una tortura, o como mínimo una carga? No entiendo."

Declaración de amor.


"No puedo regalarte joyas.
No puedo regalarte manjares.
No puedo regalarte riquezas.
No puedo regalarte oro ni plata.
No puedo regalarte flores.
No puedo regalarte coches ni nada de eso.
Pero...
Puedo regalarte mis ojos, siempre felices de contemplarte.
Puedo regalarte cenas caseras, hechas con todo mi amor.
Puedo regalarte recuerdos, que permanecen en el corazón para siempre.
Puedo regalarte la luna y las estrellas, si me dejas.
Puedo compartir contigo mi perfume en tantos abrazos quieras.
Puedo regalarte un paseo bajo las estrellas.

No soy el chico más guapo.
No soy el chico más listo.
Pero podría llenar tu vida de sonrisas. De "Qué bien estás hoy" acompañados de guiños traviesos. De sorpresas que harán de nuestra vida una aventura. De momentos que querrás volver a repetir una y otra vez. De placeres que recuerdan el regalo que es la vida. De caricias y abrazos que te recuerden cuánto te quiero. De palabras dulces y versos tiernos.
Si me dejas, puedo encantar cada momento juntos y hechizar cada segundo. Porque lo que importa, no es el tiempo que estemos lado a lado. Importa que ése tiempo, es único e irreemplazable.

No. Realmente no estoy enamorado de nadie. Pero estos sentimientos son sinceros. Creo que podría ser la persona con la que alguien podría sentirse muy feliz. Sólo hay que esperar. Quizá algún día..."

Leo.

miércoles, 2 de abril de 2014

Circunstancias.


"Por un momento el tiempo se detuvo y sólo existía él en el mundo. Él y toda las energías, no demasiado positivas, que se acumulaban en su interior. Le habían dejado solo frente a la adversidad y los peligros del exterior. Nadie se preocupaba por él, nadie tuvo la audacia de dejarle decidir. Simplemente lo abandonaron. Quienes se suponía que estarían ahí.
Miró a su alrededor mientras el tiempo volvía a la normalidad. Pero no lo hacía la situación. Ahora estaba solo, y sin vuelta atrás. Era vivir o morir, una lucha por la supervivencia y la superación.
Supo que no iba a ser fácil. Que tenía mucho que hacer, y que jamás lo había hecho antes. Tenía miedo, y sentía rabia. ¿Por qué le habían hecho eso? No tenían ningún derecho. Intentó mantener la calma, pero las lágrimas se agolpaban en sus ojos. Apretó los puños y los labios. No quería sentirse débil, y si se derrumbaba, la partida de aquel horrible juego habría acabado. Era demasiado joven, y le habían obligado a coger los mandos. Sin embargo, sintió, dolorosamente, como dos lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
Y así comenzó a andar y a hacerlo todo solo. Poco a poco, por supuesto. Se convirtió en un chico hábil, y fuerte. Por eso, tuvo la capacidad de lograr todo lo que se propuso. Encontró a algunas personas, que jamás le traicionaron. Le acompañaron, y le hicieron sentir bien. Y, además, creyeron en él. Y a menudo recordaba a los que lo habían dejado tirado, como si fuera un desecho que nadie quiere conservar. Y llegó el día en el que se sintió orgulloso de sí mismo. Y su nueva familia también lo hizo. Y todo porque supo conservar la calma, aceptar la situación, y luchar por sobrevivir. Tuvo que madurar demasiado pronto, pero no importaba. Lo que importaba, es que lo hizo.
Lo único que tuvo que agradecer con el tiempo, fue que no tenía que depender de nadie. Por su culpa, quizá. Pero él había salido ganando, por encima de sus traidores."

Leo.

Hipocresía.

"Dejadme ser directo pero sincero: hoy en día nos come la mierda.
Vivimos en un mundo dominado por la hipocresía y la falsedad. Tenemos miedo a la verdad y por eso maquillamos nuestras emociones y disfrazamos nuestras palabras. Fingimos ser felices para no aparentar debilidad a los demás.
Y qué quereis que os diga. Que estoy muy cansado. Que la vida no está ahí para ser despreciada sustituyéndola por una mentira, y lo hemos olvidado.
Dicen que en el siglo XXI no se podría sobrevivir sin la mentira. No hablo de la mentira como algo malo, realmente. Porque todos mentimos alguna vez, ¡por el amor de Dios! Negar eso sería como negar la existencia del aire.
Pero de ahí, al exagerado uso que hacemos de las máscaras que ocultan quienes realmente somos hoy en día, hay un paso muy grande. Enorme. Más bien un abismo. Lo ocasiona un deseo de superioridad y un horror a la inferioridad social (que no existe, por supuesto), y que nos hace pensar que para sentirse bien hay que ser altivo y aparentar felicidad.
La felicidad fingida es una de las peores maldiciones sufribles. Si no eres feliz, por lo menos presume de que lo estás intentando. No ocultes lo que eres, pues es lo más bello que tienes. Y sé sincero, siempre. Yo sé que cuesta a veces, yo mismo soy un embustero de campeonato. Pero intento siempre ofrecer mi más humana sonrisa. Y si no tengo ganas de sonreir, pues no sonrío. Nadie va a sentirse triunfante por estar mejor que yo. Es más, para mí, no hay sensación más hermosa que sentirse uno mismo. Lo demás da igual. Piénsalo.
Leo.

lunes, 31 de marzo de 2014

De la rabia a la impotencia


"Dos sensaciones nada recomendables, que al mezclarse y agitarse en una coctelera resultan una peligrosa combinación solamente comparable con la explosión del volcán de Pompeya: Fiero, letal y abrasador.
Pretendo hacer un análisis un poco más en profundidad de ese instante en el que abandonas toda consciencia para adentrarte en el lugar más ardiente y al mismo tiempo triste de tu mente.
Podríamos empezar por deducir qué lo provoca. Y como siempre es mejor hablar desde el punto de vista propio antes que generalizar, para evitar discusión y malas interpretaciones, eso mismo voy a hacer. En mi caso, normalmente me siento así cuando alguien con/o algo quiere provocar mi enfado o tristeza y yo no quiero permitirlo. Entonces se genera un debate emocional que no me deja decidir si mantenerme sereno o dejar que se manifieste la agresividad que impulsivamente quiero liberar. Aquí planteo que no se me malinterprete: Ni soy agresivo por lo natural ni tengo ningún tipo de conducta peligrosa o dañina. Antes de juzgar planteémonos que todos tenemos arrebatos y enfados. Y de ahí que cada cual saque sus propias conclusiones.
Unos buenos ejemplos de en qué situaciones se puede generar este sentimiento, es cuando te recriminan que has hecho mal algo para lo que pediste ayuda y te la negaron. Sí, es un caso personal. ¿Nunca os ha pasado? O como cuando lo das todo para conseguir algo que al final se te escapa de las manos. Tantas situaciones que a nadie le gustaría vivir...
Mi consejo es que intentéis evitar que nadie se sienta así jamás. Porque duele, y duele mucho. Es sentirse mal con uno mismo, a la vez que con el mundo. Y por un momento, aunque sólo sea un instante, ODIAS. Y odiar siempre es horrible.
A veces me planteo, que por qué doy la chapa de forma tan pesada y cansina. Y me contesto que sólo intento hablar de sentimientos. Porque es algo de lo que se está perdiendo la costumbre, por miedo a abrirnos a los demás. Y los sentimientos es lo único que nos diferencia a los humanos de los monstruos que fuimos mucho tiempo atrás. Digo yo."

Leo.

¿Lo habías olvidado? Todos cometemos errores.

"En la saga de libros de "Harry Potter", que ocupa el primer puesto de entre mis sagas de libros favoritas, se hace referencia a un objeto mágico poco común y original. Se trata de una esfera de cristal, con una especie de humo en su interior. Dicho humo cambia de color, y se vuelve rojo, cuando el poseeder del objeto olvida algo. Es denominado "Recordadora".
Sin embargo, nosotros no somos magos (algunos sí, pero lo ocultamos por respeto a los que no), ni tenemos extraordinarios objetos que nos recuerden qué debemos hacer o qué debemos decir. Por si se te ha pasado por la cabeza, el iPhone y sus anotaciones no cuentan.
Estoy hablando de que todos cometemos errores, de que nadie es perfecto. Y menos mal, porque lo perfecto es aburrido. Pero, se pueden cometer varios tipos de errores. Yo distingo cuatro tipos:

  • Los errores inconscientes, los más inocentes. Los que se hacen sin querer y no llevan ningún tipo de maldad. Son tan leves que a menudo se acompañan de risas o gestos cómicos.
  • Los errores sorpresivos, los que nunca esperamos cometer, y sin embargo ocasionan consecuencias, a veces, devastadoras.
  • Los errores malintencionados, que se cometen bajo una conducta negativa y una actitud malévola. Estos son los peores, porque son los que ocasionan daño, daño ejercido desde el peor lado de la figura humana.
  • Los errores casuales. Estos sí que molan. Molan porque son esos que, de no haberse producido, nos habríamos perdido algo que sí que queríamos experimentar. Y son los únicos que, cuando ocurren, se acompañan de un suspiro.

El resto, son derivaciones de todos estos. Aunque cabe recalcar, UNA VEZ MÁS, que no escribo nada de esto desde un punto de vista profesional, sino simplemente como el punto de vista de un chico de 17 años muy observador. Eso es todo.
En realidad este pequeño catálogo sólo sirve para plantear una realidad que nos incluye a todos. Seguro que ahora estás pensando en algún error que cometiste anteriormente, o quizá recientemente. Lo bueno de los errores, es que forman parte de un proceso evolutivo de desarrollo positivo.
De cualquier error, se genera un aprendizaje. Y ese aprendizaje se asimila en el conocimiento y en la experiencia. A veces no, por eso existe ese refrán de "El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra". No importa. Es eso lo que nos hace especiales y perfectos. Que somos tozudos y cabezones hasta que nosotros queramos. Da igual cuando quieras disculparte por tus errores, no hay fecha límite. Sólo quiérelo, en algún momento. Si esto es así, todo irá bien.
Sé que igual esto te parece algo incompleto, o confuso, pero todo lo que quería expresar está reflejado perfectamente. No he olvidado ni un solo concepto que quisiera mencionar. De lo contrario, mi recordadora se habría puesto roja.

Leo.

domingo, 30 de marzo de 2014

Explicaciones.

"Confesémoslo: Le hemos cogido rabia a dar explicaciones.
Y es curioso, porque de pequeños lo que mejor sabemos hacer es pedirlas. Querer saber todos los secretos del mundo que nos rodea, dejarnos dominar por esa curiosidad infantil tan entrañable.
Pero claro, papá y mamá tienen que contestar resignados a nuestras infinitas preguntas de por qué esto y por qué lo otro.
La RAE define el término "Explicación" como "declaración o exposición de cualquier materia, doctrina o texto con palabras claras o ejemplos, para que se haga más perceptible". Si lo cogemos por ahí, podemos deducir que se piden explicaciones cuando "no se percibe o se sabe algo". Más o menos. Qué se yo.
El hombre ansía la libertad en sus actos, y una de las características que la libertad conlleva es no tener que "exponer de forma más perceptible" a nadie sobre lo que lleva a cabo o no lleva a cabo. Lo digo yo, que tengo que estar haciéndolo día a día.
No sé realmente por qué habitualmente se resopla cuando se nos interroga sobre algo (¿os habéis fijado?). Quizá por lo monótono que resulta o lo irritable que es la situación de después: que se te ofrezca un consejo que no has pedido. En cualquier caso, me declaro culpable de no querer dar explicaciones a nadie.
Sin embargo, ya puedes desear lo que quieras, que en ningún momento de tu vida vas a dejar de darlas, porque te las van a pedir SIEMPRE. Desde un grado de autoridad superior, desde un grado de afectividad o preocupación familiar... pero nace pidiendo explicaciones y se vive dándolas (Ya lo aseguraba el Principito, con sus constantes "Las personas mayores necesitan explicaciones constantemente"). Mi consejo, siempre desde la inexperta voz de un adolescente algo ignorante, es que tengamos siempre tanta paciencia como podamos. Oye, y quién sabe, quizá no dar las explicaciones tan claras y dejar que el interrogador piense y razone por su propia cuenta..."

Leo.

sábado, 29 de marzo de 2014

Promesas y Recuerdos.


"Hace ya algún tiempo, que tuve que despedirme de algunas personas. Personas muy bellas, con las que compartí el lado más humano y los sentimientos más puros que podría ofrecer. Y no fue para menos.
Tuvimos la oportunidad de disfrutar de unos días de convivencia. ¿Os habéis fijado lo agradable que resulta ésta cuando se ejerce con personas que te agradan? Para mí fue una experiencia completamente nueva.
Aprendimos mucho. Escuchamos y fuimos escuchados, y conocimos una parte de la cultura y la vida de otras personas. Fue una relación cercana, como una familia que se reúne, después de haberse separado.
El ambiente, adaptado a un clima de humor, comprensión, escucha, unión y diversión, invitaba a la reflexión y a la participación. Era imposible no sentirte involucrado, en un grupo tan participativo, tan social y tan igualitario. No sobraba nadie. Cada opinión, y cada palabra, eran necesarias. Además de lo divertido de las dinámicas que ejercimos. ¡Dios mío! Un conjunto de juegos y talleres que arrancaban las sonrisas y hacían que las carcajadas retumbaran por toda la residencia.
Y todos estábamos allí por lo mismo. Nuestra unión más compacta, era el deseo de cambiar el mundo. De cambiar las realidades que hoy en día perjudican a la humanidad. Alguien tuvo el detalle de mencionarme en el artículo que posteriormente se redactó sobre el encuentro (todo un honor para mí, por supuesto). Citaron, de mi cuenta de Twitter: “Lo más hermoso de todo esto, es saber que en cualquier parte del mundo, tienes a un amigo, un hermano (...)”. Porque eso son. Son hermanos, compañeros, son aquellas pocas personas, que sientes que vas a guardar para siempre en tu corazón.
“Todavía no sé cómo, ni cuándo”, dijo una de ellas, y me llamó mucho la atención, “pero nos vamos a volver a ver. Ya verán”. Esto justo antes de un fuerte abrazo colectivo, que entre lágrimas, simbolizó una despedida temporal de varios corazones, felices de habernos conocido y orgullosamente satisfechos de la experiencia.
Cuando hablo de despedida, se me entristece el corazón. Porque para mí no lo fue, como también comenté muy poco tiempo después, por redes sociales. “No es una despedida. Ni si quiera un 'hasta luego'. Es un 'Nos vemos en la meta'.”. Porque algo tan hermoso, fuerte y unido, no puede fallar. Porque estamos convencidos de que tenemos una misión: Hacer del mundo, desde todas partes, un lugar mejor.
Hubieron risas, lágrimas, abrazos, juegos y palabras. Palabras que, disfrazadas de motes o apodos, escondían el aprecio que se tienen los grandes amigos. Hubo de todo, pero, por encima de cualquier cosa, hubo amor.
Somos la voz que susurra un “Tú puedes” cuando nos flaquean las fuerzas. Somos los que corren sin descansar hasta llegar la noche, y luego nos sentamos a descansar viendo juntos la puesta de sol. Somos los que creemos que la esperanza nunca morirá, y que el amor cura más que las palabras.
Por eso, chicos, estoy muy, pero que MUY agradecido, de haberos conocido. Estas líneas, son para vosotros.
Concluyo recordando, una vez más, pues todas son pocas, que aún mantenemos esa promesa, de dar lo mejor de nosotros mismos, para que esto cambie a mejor."
Leo.

jueves, 27 de marzo de 2014

Día Mundial del Teatro.

"27 de Marzo: Día Mundial del Teatro.
Se hace eco del evento en todas las redes sociales y medio de comunicación.
Yo, como actor de vocación, me uno a esta celebración y dedicatoria a un arte tan puro como el teatro.
Me llena de orgullo poder decir que el teatro es precisamente la disciplina que más me apasiona. El poder de transmitir emociones, sentimientos, reflexiones y pensamientos, de un personaje, es algo tan característico de muy pocas personas, lo que hace que despierte en mí una sincera y respetable admiración.
Arthur Miller, guionista y dramaturgo contemporáneo, afirmó que "El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma". Qué bella y sincera afirmación. Se podría interpretar, desde mi punto de vista, como que en el escenario es un lugar en el que el hombre se desnuda ante sus propios límites, y se prepara para superarlos.
Se dice siempre por ahí, que "no se necesita un día específico para estar orgullosos de algo". Y es cierto, no cabe duda. Pero nunca sobrarán días para celebrar que algo nos hace felices. Que algo nos acompaña por muy duras que sean las condiciones. Por eso hoy manifiesto mi felicitación a todos lo actores y actrices del mundo. Y agradezco, de todo corazón, toda la magia que crean.
Concluyo esta pequeña reflexión, citando al gran Charles Chaplin, y enlazando con la temática usual de estas líneas: "La vida es una obra de teatro que no permite ensayos..."
¡Que comience el espectáculo!"

Leo.

miércoles, 26 de marzo de 2014

UN PEQUEÑO CUENTO ORIGINAL: “El gran salto”.


"Cuando era pequeño, tomó una costumbre un tanto curiosa. Todo porque un día, al salir de casa para ir al colegio, pasó junto al olivo del jardín de su casa, y se le quedó mirando fijamente. Subió hasta la rama más baja, a aproximadamente un metro y medio del suelo. Miró al suelo, respiró hondo, y saltó.
No pasó nada. Cayó en cuclillas al suelo. Y después, simplemente, se levantó, se sacudió las manos de tierra, y echó a andar hacia el colegio.
Desde entonces, todos los días, antes de cruzar la valla del jardín, se subía a esa rama del olivo, respiraba hondo, y saltaba. Jamás lo olvidaba, y se convirtió en rutina para él.
Un día, su madre miraba por la ventana cómo su hijo se encaminaba al colegio. Y vio entonces el extraño ritual del pequeño. Cuando vio al niño caer, en seguida se asustó, pero observó que su hijo se levantaba, se sacudía, y se marchaba. Sin lágrimas, sin gritos, sin un solo rasguño.
Ese mismo día, más tarde, la mamá habló con el pequeño. Le interrogó acerca del salto, y de por qué hacía eso.
-Intentaba volar, mamá -fue la respuesta-. Si no lo intento, jamás lo conseguiré.
La madre se quedó sin palabras. Preocupada, decidió llevar a su hijo a un buen psicólogo, por si quizá el niño sufriera de algún tipo de trastorno de percepción de la realidad.
Siguió saltando cada día desde la rama del olivo, a pesar de los monótonos consejos del doctor, que le decía que jamás podría volar, pues el ser humano carecía de esa capacidad. Así, su mamá se dio cuenta de la inutilidad de las consultas, y decidió dejar que el niño siguiera con su fantasía infantil, que al fin y al cabo, resultaba un tanto tierna.
Creció. Se convirtió en un muchacho fuerte, y valiente. Y jamás dejó de subirse al olivo cada mañana al salir de casa. Y su mamá lo miraba, curiosa, y un tanto orgullosa de que el chico tuviese sus propios ideales y olvidar las voces que le instaban a lo contrario.
El tiempo volaba, y antes de darse cuenta, pasó a ser todo un hombre. Era inteligente, sabio, y muy bravo. No tenía ningún temor, y trabajaba duro cada día. Era el hijo del que toda madre se habría sentido orgullosa. Y aun con sus casi 30 años de edad, seguía con la costumbre del salto. Ya era conocido en el barrio por eso. Y le daba igual, lo que opinaran de él. Seguía esperanzado con que algún día sería capaz de volar.
Y así, el tiempo pasó imparable. Conoció a la mujer de sus sueños, se casó, y formó una familia. Vio a sus hijos crecer, como su madre, muy orgullosamente. Algún tiempo después, tuvo que despedirse de ella. “Te quiero. Sigue así. Sigue adelante”, fueron las palabras de despedida de ésta.
Ya miraba la vida desde detrás de las arrugas de su rostro. Los años no pasan en balde, y lo notaba. Y aun con 40, 60 o 70 años a la espalda, se negaba a abandonar su árbol favorito. Y un día, entre las lágrimas de sus seres queridos, abandonó este mundo, como ya le correspondía.
Su familia jamás olvidó sus últimas palabras.
Algún día podré volar”
No le importaron las críticas, las opiniones ni los comentarios de los demás. Le dio igual que para algunos solo fuera “el chalado del olivo”. Decidió luchar por su sueño desde la infancia. Y murió, como todos lo hºaremos algún día, pero él murió feliz, sabiendo, que algún día, volaría..."

Leo.

martes, 25 de marzo de 2014

Realidades.

"Hoy en día:
A la zorra se la aplaude.
Al cobarde se le admira.
Al tirano se le obedece.
A la violencia se la consiente.
A la esperanza se la destruye.
Al amor se le olvida.
Al justo se le repudia.
Al inocente se le acusa.
Al valiente se le desprecia.
Y a la ilusión se la patea.

NORMAL, NORMAL QUE LUEGO DIGAN QUE NOS VAMOS TODOS A LA MIERDA."


"Quien permite que el odio lo consuma, lo demuestra con violencia.
Quien deja que lo haga la esperanza, lo demuestra con amor."

"La evolución consiste en un proceso de mejora, cambio y perfección. Por eso, afirmo, con toda la razón del mundo, que el ser humano actual todavía no conoce para nada la evolución."

"Madurar se lo dejo a las frutas, que no tienen nada mejor que hacer".

"No eres quien, para decidir por mí."

"No entiendo, te juro que no entiendo, cómo pueden existir esos cobardes que, ante una defensa o una protesta, son capaces de contestar "La vida es así"."

"Y cuando todos pensaron que se había rendido, él conservó en silencio su último hálito de esperanza".

"El Sol se va, y la oscuridad llega. Es el momento de la pieza triste de violín y piano, los ojos brillantes y melancólicos y las almas solitarias. Los espíritus se entrelazan entre la música y las luces de los juegos nocturnos. Fragmentos de colores fríos se desvanecen atne los ojos de aquellos que contemplan, impotentes, la dicha que creen no poder alcanzar jamás..."

Día a día.


Quizá ya conozcas esto que estoy a punto de decir. Quizá lo conozcas, pero no lo recuerdes. Y quizá necesites saberlo. Pero, de todas formas, siempre viene bien recordarlo.

“*Toc, toc*
-¿Hola? ¿Estás ahí?
-¿Quién es? ¿Qué pasa?
-¿No lo recuerdas? Tenía algo que darte hoy.
-¿Tú? ¿A mí? ¿Quién eres?
-La que te trajo también un regalo ayer, ¡claro!
-¿Un regalo? ¿De qué hablas?
-Parece mentira que aún no te hayas dado cuenta. Bueno, no te preocupes. Ya te sorprenderé cuando despiertes. ¡Hasta luego!
Corrí hacia la puerta, invadido por la curiosidad y la inquietud ante la voz que prometía ofrecerme algo especial. Pero cuando abrí la puerta, ya no había nadie.
Entonces, me desperté en mi cama, de repente. Y me di cuenta de que todo fue un sueño.”

Día a día, la vida tiene algo para ti. Algo que necesitas, algo que mereces. Podríamos definirlo como un “regalo”. Ese regalo viene a ti, siempre.
No tiene por qué ser algo material. A veces, se trata de experiencias, de sueños, de oportunidades... A veces, es algo tan simple como un pañuelo de papel que alguien te ofrece cuando lo necesitas. Son detalles tan pequeños, que en ocasiones los pasamos por alto.
Me atrevería a decir, que estoy seguro de que hay algo de magia oculta en todo esto. Porque, aunque no lo creas, NO fue casualidad que el chico con el que te chocaste al doblar aquella esquina sea ahora el hombre con el que estás casada. NO fue casualidad que la chica a la que ayudaste a recoger sus libros cuando se le cayeron frente a ti sea ahora la madre de tus hijos.
Cree en lo que te digo: Las casualidades, NO EXISTEN. Todo forma parte del maravilloso proyecto de tu vida. Es un ciclo, único y perfecto, que hace de ti alguien especial e inigualable en toda la Tierra.
A veces... es algo más complicado. Hay regalos y detalles, que no gustan, por supuesto. Pero si la vida puso ahí esa piedra con la que te tropezaste, quizá pretendía que vieras las flores justo delante del bache. Si hizo que alguien desapareciera de tu vida, quizá ese espacio será ocupado por alguien que te hará sentir aún más especial. Yo creo, personalmente, que necesitamos hacernos fuertes mientras vivamos, y por eso recibimos experiencias desagradables, o difíciles... Para aprender. ¡Necesitamos aprender! Es difícil de captar al principio (ni yo mismo termino de entenderlo a veces, ¡créeme!), pero nada de esto consiste en captar ni entender nada. Consiste en asumirlo, disfrutarlo y seguir recibiendo con los brazos abiertos.
Y lo más importante:
Quizá tú seas un regalo para alguien ahora mismo.

jueves, 20 de marzo de 2014

Quien se ancla al pasado, encadenado queda.


Y no es para menos. Quien llora por lo pasado, sufre por lo presente y teme lo futuro. Y nadie en el mundo debería tener que vivir así.
El más característico poder del tiempo, es su capacidad para cambiar. Y es que, si sólo nos lamentamos de ese cambio, en lugar de aprovecharlo, ¿en qué nos convertiremos?
Tenemos que aprender a dejar atrás. A olvidar, o quizá a recordar con amor en lugar de arrepentimiento u odio. El odio puede ser una fuerte canalización de energía, pero de igual forma puede llevar a la destrucción. A donde quiera que se enfoque, no dejará más que cenizas de lo que pudo ser vida.
Nos queda mucho por recorrer, a pesar de lo que ya hemos recorrido. Eso es algo que aprendí personalmente. No digo nada de esto con la ignorancia que cualquiera emplearía. Te hablo desde el punto de vista más humano de que puedo emplear.
Qué importa. Qué importa lo que pudiste sufrir. Alégrate por lo que vas a disfrutar. La vida es una, no lo olvides, ¿y vas a emplear algún tiempo preocupándote por “Qué hubiera sido si...”?
Aprendí a la fuerza que hay que mirar hacia adelante si no quieres que el pasado te destruya. Que vivir cada día con la máxima fuerza y la mayor intensidad posibles. Ama, HOY. Y también el “hoy” de mañana. Porque no existe preocupación por el futuro tampoco. Existe la del ahora que será en algún momento. Eres una hermosa mezcla de tres factores: Tu energía del hoy, tus lecciones del pasado, y tu esperanza del futuro.
No permitas que te derriben. Rodéate de quienes te hacen sentir bien por cómo eres. Por los que te valoran por la belleza que hay en ti. Yo estoy contigo, si me necesitas.
Y así, de las lágrimas que derramaste, brotarán las más bellas flores.

lunes, 17 de marzo de 2014

Jamás te rindas.


"Una vez escribí una frase, y fue una de las que más me gustó, de todas esas pequeñas reflexiones que apenas consisten en unas palabras. Y es que, “Que aunque algo te salga mal, nadie te quite de los labios ese “Hice todo lo que pude”.
Estamos tan horriblemente acostumbrados a rendirnos, cuando la situación nos supera, que no nos damos cuenta de lo mucho que podemos dar para solucionarla. Es como si paseando te encontrases un enorme monte, y pensaras “Buff... demasiado grande como para subirlo. Será mejor rodearlo”.
Si ése monte ha aparecido en tu vida, es porque es TU monte. No aparecen piedras ajenas en el camino propio. Sé que no hablo de una piedra, sino de algo mucho más grande, pero sólo pretendía expresar una pequeña metáfora.
Quizá a veces sea de nuevo el miedo el que nos paralice a lograr las grandes cosas a las que estamos destinados. O la vagancia. O la ignorancia. En cualquier caso, si te rindes, te perderás las flores que cubren la falda de la montaña. Te perderás a esa liebre tan cómica que te mira atentamente hasta que decide que es buen momento para emprender la huida. Por ponerte un ejemplo, lo digo.
Recuerda que el tiempo pasa. Que las horas, los minutos y los segundos se suceden vertiginosamente, y que apenas nos damos cuenta de ello. Que el sol, igual que salió, se oculta. Oh, pero antes de ocultarse, presume de su belleza. El sol siempre ha sido muy presumido.
Y es que, deberíamos disfrutar cada atardecer como si fuera el primero que vemos en nuestra vida. Es como aquella frase del Principito: “En tu pequeño planeta, te bastaba simplemente con mover tu silla unos pasos, para volver a ver una puesta de sol”. Nosotros no podemos dar unos pasos. Tenemos que esperar al día siguiente. Y la propuesta es ésta: Si hemos de esperar tanto entre regalo y regalo, ¿por qué no disfrutarlo al máximo?
Imagina cómo sería ver ese atardecer desde la cima de esa montaña. Cómo contemplarías la belleza, que está ahí para ti, como premio por tu esfuerzo. Y además, recordándote constantemente “Fuiste capaz de subir ese monte”. Felicítate por ello si lo logras, descansa un poco, y apunta ahora a un pico más alto.
No te rindas ante las dificultades. Inténtalo, una y otra vez. No desistas, hasta lograr que tu potencial se manifieste, y saltes cada obstáculo. Porque tú, amigo mío, eres el único capaz de escalar tu montaña."

Leo.

domingo, 16 de marzo de 2014

Tenemos miedo.

"El título es bastante conciso: Tenemos miedo. Todos nosotros. No me gusta acusar gratuitamente, pero quien afirme no tener miedo a nada, seguramente mienta. Incluso, si dice eso, tiene miedo a tener miedo. Te dejo el trabajo de analizar eso.
Lo que yo quiero reflejar en estas líneas, es la impotencia que siento, al darme cuenta, en mi caso personal, ¡por supuesto!, de lo mucho que necesito que me recuerden lo que me aprecian. Siempre estoy preguntando, a veces inconscientemente, a mis familiares y amigos "¿Me quieres?". Y ellos, comprensiblemente, ponen los ojos en blanco antes de responder "Síiii...". Se cansan de decirlo, y las palabras pierden fuerza. Gracias a Dios, los sentimientos, no.
Sé perfectamente qué hechos me han llevado a ello. A esa actitud de desconfianza, de que mi mundo tiemble a cada paso que doy, de que los pilares de mi persona se derrumben si no me siento querido. Y no es exactamente agradable. Da igual, en realidad. La cuestión es que tengo miedo. Miedo de perderme y no tener nadie con quien buscar la salida. Miedo a quedarme atrás en la senda de la oscuridad (No penséis que nada de ésto es fácil de escribir para mí). Me pregunto cuántos los habrá con el mismo miedo que yo.

-Si yo fuera un animal, ¿qué animal sería?
-Hum... Un gato. Un gatito.
-¿Un gatito? ¿Por qué?
-Porque... los gatitos necesitan mucho cariño.

Sí, esta conversación se produjo.
En realidad, que tu estado emocional dependa de lo que otros reflejen y sientan por ti, es algo bastante peligroso, y no conviene que sea así. "El primero que te tienes que querer eres tú", me dicen. Pero a mí me cuesta creerlo. Siento un conflicto interno que me cuestiona. Y es que, si sólo me quiero yo, ¿será suficiente?. "Luego vendrá lo demás", me contestan. Ya, pero, ¿y si no viene?
El hombre tiene miedos, porque sabe los horrores que ha cometido. Y es que de ahí vienen los miedos: del pasado, o del futuro. De lo que conocemos demasiado o de lo que no conocemos. Y es tan inevitable, que no nos damos cuenta del momento entre el que tenemos el miedo bajo control y el momento en el que nos consume y arrastra.
Tenemos miedo a dejar de querer y tenemos miedo a dejarnos querer. Deberíamos plantearnos cuándo vamos a cambiar. El miedo existe, hasta que tú lo decides. Pero decidirlo es difícil. Eso sí, más controlado o menos, vas a tener que convivir con él, y con el de los demás, durante toda tu vida. Ojalá algún día se haga realidad aquella letra de una canción, que decía, creo recordar "No tengas miedo, yo estoy contigo". Y que el "yo" de esa frase se refiera a todos nosotros."

Leo.

viernes, 14 de marzo de 2014

Volar.

"Si hay alguna tragedia entretejida entre la pérdida de sueños e ilusiones de las personas, ésa es la idea de volar.
Me refiero a volar, como el hecho de, filosóficamente, extender las alas, examinarlas, evaluarlas, saltar... y probablemente estrellarse contra el suelo. Y ésto, aunque suene trágico, es así, no me lo neguéis. Todos hemos soñado con alcanzar nuestras metas y objetivos, pero nos han dado un golpe que nos ha derribado. La idea entonces, es volverse a levantar, e intentarlo de nuevo, y no desistir hasta vencer.
Vencer... Qué verbo tan bonito, ¿no? Una palabra cuyo significado hemos olvidado, pero anhelamos desde la frustración.
De pronto olvidamos que lo primordial después del fracaso es volver a intentarlo. Olvidamos lo que era sentir que por un segundo estábamos por encima de cualquier temor. Hasta que nos dejamos invadir, y sentimos cómo nuestro propio peso tira de nosotros. Nos rendimos, pateamos el suelo, y nos arrancamos las alas. Así nos resignamos a vivir para siempre desplazándonos a pie, en lugar de ubicarnos en nuestro espacio en los cielos.
Llegará el día en que no ocurra, y pensemos "No me va a volver a pasar, ya ha sido suficiente". Y entonces, volaremos. Y nos sentiremos orgullosos de las maravillosas aves en las que nos hemos convertido.
Propóntelo, a ver qué tal.

Leo.

jueves, 13 de marzo de 2014

Yo amo, tú odias. ¿Quién tiene el problema?

¿Acaso tiene alguien derecho, a hacer sentir mal a otra persona, sólo por ser ella misma?
Sé que soy diferente. Estoy muy orgulloso de ello (a pesar de no necesitar pasearlo por ahí). Sé que hay quienes no comparten mis ideologías, y sinceramente, me da igual. Yo respeto, y exijo lo mismo para mí.
Pero hay quienes se atreven a abandonar su humanidad, para atacar. Atacan a donde duele, porque saben. El problema es ése: Saber, saben. Pero no entienden.
Llenan de odio sus palabras y sus acciones. Palabras que se disfrazan de gritos. Acciones que se cubren de violencia. Un conjunto que se transforma en dolor, sufrimiento y devastación. Porque el odio sólo genera más odio, hasta que un corazón puro es capaz de detenerlo.
Y a veces va a más. Porque la víctima, pobre, inocente, termina creyéndose las pesadillas que otros crean. Porque no es la primera vez que conozco este tipo de historias. Gente que se odia a sí misma, que se maltrata, y que sufre. Gente que se destruye, también. Los que entre lágrimas dijeron llenos de rabia "Ojalá no fuese así", u "Ojalá fuese normal". Nunca un deseo pudo hacer tanto daño.
Lucharon, lucharon por abandonar su propio mundo para ingresar en el de los demás. Intentaron tomar un fruto que no era de su gusto. Y como no lo consiguieron (porque no se cambia lo que se lleva en la esencia), dedujeron que no merecían vivir. Así como lo cuento, ocurrió.
Y es tan injusto. Es tan CRUEL, que otros paguen lo que otros rompieron. Que una mente INOCENTE, porque qué hicieron, dejando a un lado el hecho de amar lo que amaron, si no hicieron daño a nadie. Nadie sufrió por su causa, pues en su corazón sólo había amor. Amor que se convirtió en miedo, miedo que oscureció su alma...
Y así se muere por primera vez. Cuando eres pisoteado y apaleado. Y no es tan decisiva como la última muerte, pero no poco dolorosa. No lo olvidemos.
Hemos de tener el coraje de poder levantarnos. Levantarnos y decir "Qué te he hecho yo. Qué hice para que me odiaras.". Encararnos, luchar, y no rendirnos. No permitir el miedo en nuestro interior. El miedo lo superamos de pequeños, cuando aprendimos que no había monstruos en el armario, y que no venía ningún "coco" cuando no podíamos dormir. Lo que ahora tenemos dentro, es amor, amor que dar, y eso es todo.
Concluyo diciendo, simple y quizá vulgarmente, que si no somos capaces de tolerar, aceptar y respetar, nos podemos ir todos a tomar por culo, que así es a lo único que llegaremos.

Leo.

La vida son dos días.

Parece demasiado tarde para volver a disfrutar, porque cada vez decimos más aquello de "La vida son dos días". Una frase que alguien debió inventar para que los demás dejaran de soñar.
Creo sinceramente que nos dejamos llevar demasiado por esta filosofía. No sé qué pretende proponer, ni soy capaz de deducirlo, pero sí que sé, que a mí no me hace ningún bien oírla. Me recuerda que la vida en ocasiones es breve, que el tiempo pasa, sin darte cuenta. Y luego llega el día de las lágrimas, el del arrepentimiento. Y con él, los dolorosos "Ojalá hubiera vivido como hubiese querido".
Y es que ya lo sabemos. Ya sabemos que la vida se hace corta. No hace falta recordarlo más. En vez de eso, sería mejor recordar que podemos vivirla todo lo intensamente que queramos (que podamos, en algunos casos, tristemente). Pero eso, eso no conviene recordarlo. Conviene tener a una población aterrorizada y triste, en lugar de a una feliz, y aún no sabemos por qué.
Llegará el día, en que todos vivamos como queramos. No habrá dolor, ni sufrimiento. El mundo entero gozará de Educación, jamás escaseará de nada. No importarán los bienes materiales, sino vivir intentsamente y gozar de cada segundo que existamos. Y el amor inundará todos los corazones.
A ver entonces qué refranes se inventan.

Leo.

Reflexiones Personales.

"Si la vida se te hace insoportable con ruidos, golpes y gritos, hazlos callar a todos, y haz de su silencio una preciosa danza..."

"Cuando en cada palabra pongo todo mi corazón, cuando reflejo cada sentimiento de mi interior a través de mi puño, cuando lo que polasmo en el papel son trazos de mi alma y no frases impregnadas en tinta, ENTONCES, es cuando no puedo dejar de escribir, porque cada reflexión es única, sincera y especial."

"Y de las cicatrices de mi corazón salió la tinta.
Y de los trozos desgarrados de mi alma salió la pluma.
Y de los deseos más profundos salió este blog.
Y de mi ser salió esta reflexión."

"No quiero hablar, pero quiero compartir.
No quiero llorar, pero quiero gritar.
No quiero hacer daño, pero quiero destruir.
No quiero huir, pero quiero volar.
No quiero morir, pero quiero desaparecer."

Leo.

Pequeña niña risueña.

Típica niña risueña, con el pijama de patitos bajo la ropa. De tez clara, y hermosos ojos, locos de tanta pasión.
Mas hoy se encuentra triste, se encuentra desganada. Sus ojos no son alegres sino tristes, y su pequeño cascabel está mudo. En lugar de los diamantes de sus dientes, muestra las perlas de sus lágrimas.
Shhh... No llores, pequeña niña. Yo bajaré por ti la más bella estrella y la prenderé a tu cuello. Yo ocultaré todo mal y bailaré con lo dichoso. Yo cantaré melodías de ilusión y crearé tu mundo de fantasía. Yo construiré un refugio para ti entre mis brazos, y te susurraré palabras de esperanza. Yo te acunaré y velaré por tus sueños, y tú dormirás, serena, y como siempre, con tu pijama de patitos...

Leo.