lunes, 8 de junio de 2015

Cuentecito diminuto.

Me miro en el espejo y pienso.
Tengo los ojos vidriosos, y los labios secos. La cara pálida y las mejillas sonrosadas. Reconozco en mí mismo, el sentimiento habitual. Estoy triste.
Me paso la mano por el cabello, y siento el tacto suave de mi pelo entre los dedos. He cambiado. Ya no veo al chico feliz que quizá fui alguna vez. Y jamás volverá.
Me pregunto:
¿Qué he hecho mal?
Y me respondo:
Tal vez mi error haya sido creer. Tal vez haya sido pretender buscar magia, bondad y amor donde no lo ha habido ni lo habrá jamás...
Siempre quise creer que dentro de cada persona había un mínimo de bondad, aunque estuviera muy escondido. Pero me equivoqué. Hay personas buenas, pero no todas son así. Y aunque yo creía que era bueno, me doy cuenta de que soy egoísta, malpensado, muy tonto, cabezón... Todo lo contrario a lo que yo creía que era.
Ojalá no necesitase amor. Sería genial volverme insensible, y aprender a pasar de todo. Así me ahorraría muchos disgustos.
Me doy cuenta al ver mi reflejo, de que se me ha caído una lágrima.
Eso me pasa por ser tonto. Un final feliz, no era para mí. Yo no como perdices. Yo soy un superviviente. En mi cuento no hay zapatos de cristal, ni manzanas, ni juguetes animados. En mi cuento hay sangre, hay lágrimas, y hay huidas hacia nuevos mundos que no cesan jamás.
Estoy harto de tener que huir. No quiero desaparecer una vez más. No quiero transformar el mundo en mi chimenea de polvos flu. Pero siento que no puedo escapar de ella. Tengo que hacerlo. Nací programado para evanescerme. Lo llevo en la sangre, el cerebro y el corazón. Quiero deshacerme de él pero no puedo. Es una cadena de la que no tengo llave.
Miro al cielo, ignorando ya el reflejo. "Me has traído hasta aquí por alguna razón. Lo menos que puedes hacer es decirme... ¿por qué?".

lunes, 1 de junio de 2015

El niño que sabía perder.

Me he pasado toda la vida perdiendo. Soy un perdedor. Uno experimentado, curtido en batallas. En eso sí soy el mejor. No hay nadie más capaz de perder que yo.
He perdido oportunidades, capacidades (positivas todas. Las negativas no hay forma de deshacerme de ellas), cosas materiales, que siempre son menos importantes... en fin.
Odio sentirme un perdedor. Quiero ganar. Quiero ser importante para alguien. Quiero decir alguna vez "Lo conseguí", y muero una y otra vez cuando fracaso y fracaso, y fracaso, y otra vez más...
No puedo seguir así. El problema está en mi interior. Tengo que convencerme de que puedo hacerlo. Tengo que asegurarme a mí mismo, que soy un ganador. Un cazador de suertes, un perseguidor de sueños. Sé que puedo. Tengo que seguir adelante. Cuesta mucho, pero saldré de este charco de alquitrán.
Estoy desde hace unos días trabajando la inteligencia emocional, por mi cuenta. Y ha llegado el momento de decidir, qué sentimientos y emociones quiero que dominen mis actos

El amor, la ilusión y la alegría...




...o el miedo, la tristeza, y la melancolía.


No sé muy  bien qué debería hacer ahora. A veces creo que estas líneas son inútiles, y me avergüenzo de ellas. No quiero. No puedo. No debo... no sé. Otra vez, no tengo ni idea.
¿Qué hacer? ¿Cómo ganar?