miércoles, 2 de diciembre de 2015

Carta a una vieja amiga.

Volvemos a encontrarnos, una vez más. Has vuelto, y con más fuerza que nunca. Y yo he cometido la estupidez de acogerte...
La verdad es que no sé qué sentir contigo. Si temerte, tenerte miedo. Por lo que hiciste a otros. Por lo cruel que puedes ser. Por la mala fama que te precede, porque tu naturaleza es ser dañina y letal. Porque me robaste a alguien a quien quería mucho. Porque sé que no me haces bien.
Pero fui yo quien te llamó. Te llamé porque tuve miedo. Porque tú supiste callar mis miedos. Porque me hiciste sentir fuerte, invencible. Fuiste quien me ayudó a soldarme esta máscara que hoy llevo por nombre. Aunque me haces daño. Pero me consuelas.
¿Te quiero, pues?

martes, 1 de diciembre de 2015

De nuevo.

Una vez más, me refugio entre estas líneas. Son el único consuelo que me queda. Son mi abrazo de buenas noches, mi "Yo cuidaré de ti", mi pequeño mundo donde esconderme.
Tengo un muñeco. Es de Miedo, el personaje de Del Revés. Habla cuando le tocas la mano. Esta vez, lo activo y dice "Sorry! I did it again. My fault. " Y yo también, Miedo. Yo también lo he vuelto a hacer.
Equivocarme, esconderme, huir, refugiarme en ese personaje que me hacía fuerte. Ese que no tenía debilidades y se creía invencible.
Pues me he vencido. Esto escuece. Estoy dolorido y tengo que fingir que todo va bien. Poner esa sonrisa falsa que tanto odio.
He vuelto a evitar esa ropa colorida que tengo en mi armario. Mis ojos rehuyen y busco las prendas negras y las camisetas oscuras. Tengo mucha ropa. Quizá regale la que me sobra a la beneficencia. La de colores, claro.
Pienso en las facilidades que tengo. Amigos. Terapeuta. Madrina. Y no me importa. Ya no me importa nada. Sólo sé que esta mierda aún es demasiado grande. Que la vida está hecha para los valientes y yo...  Yo no soy uno de ellos. Quizá debí hacer caso a las señales. Quizá debí acabar con esto cuando tuve ocasión. De un plumazo.
Pero ahora tengo que ser "fuerte". Ajustarme mi jersey de cuello vuelto y salir ahí fuera a, como ya he dicho, fingir que todo va bien.

viernes, 7 de agosto de 2015

Prólogo de una odisea.

Quizá vaya siendo hora de cerrar etapas.
Hay cosas a las que duele renunciar, lo sabemos tú, yo, y todos.
Y es que he decidido que ya está bien, porque lo peor que puede pasarle a una persona, es que ella misma se convierta en su peor enemigo.
Y bueno, quizá esa ha sido mi maldición. He estado asustado demasiado tiempo, demasiado tiempo haciéndome daño a mí mismo. Casi más que el que me han hecho a mí. Pero no importa. Llevo ya bastante tiempo de cambios, cambios que jamás me hubiera creído si alguien me hubiese spoileado los últimos acontecimientos.
Todo este tiempo ha sido tiempo de sufrir, tiempo de llorar, tiempo de cambiar, aceptar y madurar. Aún me queda mucho, pero muchísimo de todo ello. Así es como termina el "Prólogo" de toda esta aventura. He mirado el precipicio, he llorado, he temblado en el borde... Y ahora por fin estoy dispuesto a saltar. No me malinterpretéis, estoy muerto de miedo. Pero no puedo dejar que el miedo siga aprisionándome. Conozco muchos de mis errores, mis puntos débiles, y mis explosiones internas. Ahora es el momento de crecer, de conocerlos todos, de descubrir mis defectos y virtudes, y abrazarlos. Algo que jamás creí que fuese capaz de hacer.
Da igual bajo qué nombre lo haga. Si "Leo", o "Juanma", o las mil formas de llamarme que han empleado. Sólo sé, que esto será duro, que va a doler, pero será satisfactorio, y maravilloso. Y sé, aunque no me lo crea del todo, que hay gente conmigo. Gente a mi lado que hará de mi travesía un oasis de emociones y cuya mano sentiré en mi hombro. Y sobretodo, con mi fe. Porque sé que Dios está ahí conmigo. Porque me abraza, me quiere, y confía en mí. Siempre he dicho que sé que hay un plan para mí. Es hora de atreverse a destaparlo.
Esto va por mí, por todos los que se fueron, por los que vendrán, y por los que entraron a mi vida para quedarse.
Así que dadme la mano, que vienen baches. Así que...
"Capítulo Uno..."

lunes, 8 de junio de 2015

Cuentecito diminuto.

Me miro en el espejo y pienso.
Tengo los ojos vidriosos, y los labios secos. La cara pálida y las mejillas sonrosadas. Reconozco en mí mismo, el sentimiento habitual. Estoy triste.
Me paso la mano por el cabello, y siento el tacto suave de mi pelo entre los dedos. He cambiado. Ya no veo al chico feliz que quizá fui alguna vez. Y jamás volverá.
Me pregunto:
¿Qué he hecho mal?
Y me respondo:
Tal vez mi error haya sido creer. Tal vez haya sido pretender buscar magia, bondad y amor donde no lo ha habido ni lo habrá jamás...
Siempre quise creer que dentro de cada persona había un mínimo de bondad, aunque estuviera muy escondido. Pero me equivoqué. Hay personas buenas, pero no todas son así. Y aunque yo creía que era bueno, me doy cuenta de que soy egoísta, malpensado, muy tonto, cabezón... Todo lo contrario a lo que yo creía que era.
Ojalá no necesitase amor. Sería genial volverme insensible, y aprender a pasar de todo. Así me ahorraría muchos disgustos.
Me doy cuenta al ver mi reflejo, de que se me ha caído una lágrima.
Eso me pasa por ser tonto. Un final feliz, no era para mí. Yo no como perdices. Yo soy un superviviente. En mi cuento no hay zapatos de cristal, ni manzanas, ni juguetes animados. En mi cuento hay sangre, hay lágrimas, y hay huidas hacia nuevos mundos que no cesan jamás.
Estoy harto de tener que huir. No quiero desaparecer una vez más. No quiero transformar el mundo en mi chimenea de polvos flu. Pero siento que no puedo escapar de ella. Tengo que hacerlo. Nací programado para evanescerme. Lo llevo en la sangre, el cerebro y el corazón. Quiero deshacerme de él pero no puedo. Es una cadena de la que no tengo llave.
Miro al cielo, ignorando ya el reflejo. "Me has traído hasta aquí por alguna razón. Lo menos que puedes hacer es decirme... ¿por qué?".

lunes, 1 de junio de 2015

El niño que sabía perder.

Me he pasado toda la vida perdiendo. Soy un perdedor. Uno experimentado, curtido en batallas. En eso sí soy el mejor. No hay nadie más capaz de perder que yo.
He perdido oportunidades, capacidades (positivas todas. Las negativas no hay forma de deshacerme de ellas), cosas materiales, que siempre son menos importantes... en fin.
Odio sentirme un perdedor. Quiero ganar. Quiero ser importante para alguien. Quiero decir alguna vez "Lo conseguí", y muero una y otra vez cuando fracaso y fracaso, y fracaso, y otra vez más...
No puedo seguir así. El problema está en mi interior. Tengo que convencerme de que puedo hacerlo. Tengo que asegurarme a mí mismo, que soy un ganador. Un cazador de suertes, un perseguidor de sueños. Sé que puedo. Tengo que seguir adelante. Cuesta mucho, pero saldré de este charco de alquitrán.
Estoy desde hace unos días trabajando la inteligencia emocional, por mi cuenta. Y ha llegado el momento de decidir, qué sentimientos y emociones quiero que dominen mis actos

El amor, la ilusión y la alegría...




...o el miedo, la tristeza, y la melancolía.


No sé muy  bien qué debería hacer ahora. A veces creo que estas líneas son inútiles, y me avergüenzo de ellas. No quiero. No puedo. No debo... no sé. Otra vez, no tengo ni idea.
¿Qué hacer? ¿Cómo ganar?

domingo, 3 de mayo de 2015

Cosas que me pregunto

Yo quisiera saber por qué nadie me toma en serio. Para nadie tiene importancia lo que diga o haga. Y me molesta. ¿No ocupo un pequeño espacio en la mente de alguien? ¿De verdad a nadie le interesa cómo me siento?
Llevo varios días sintiéndome así. Es como gritar encerrado en una caja de cristal. Y la gente pasa, distraída, sin hacer caso de mis gritos, mis lágrimas, o mi sangre impregnada de dar golpes en las paredes de mi caja.
Procuro estar disponible para los demás. Soy hábil, fiero, fuerte, soy independiente y resolutivo. Sé que puedo ayudar a mucha gente.
Pero no me siento correspondido. Estoy aquí por ti, ¿no? Pues quédate a mi lado. No me dejes en cuanto te hayas aprovechado de mí. No quiero ser tu clínex. Quiero ser tu amigo. Tu familia, si me dejas.
Estoy cansado, muy cansado, de sentirme siempre la última mierda para todo. De engañarme creyendo que cada vez me supero más, que cada vez consigo ser mejor, para que luego la vida siga dándome palos. Está bien, tengo que crecer, pero... ¿Insensibilizándome? ¿Por qué tengo que ser soldado si quiero ser poeta?
Ya no soy el número dos. Directamente soy el último. Esto está acabando conmigo. No quiero pensar así. Quiero pensar que todo forma parte de un proceso. Pero sigue y sigue girando, y yo sigo y sigo mareándome... ¿Hasta dónde va a llegar todo ésto?
Si me callo, me condeno. Si hablo, me maldigo. ¿Qué debo hacer? Vuelvo a tener miedo, y quien yo creía que sí no está ahí para consolarme ni protegerme. No quiero volver a sentirme solo. Una vez más, la vida me está ganando la batalla. Como siempre. Ooooootra puta vez.
Y yo como un cobarde me dedico a escribirlo en una página de Internet, para que lo lea un tal Nadie. No sé qué estoy haciendo con mi vida. Creía que había encontrado un buen camino, pero... es difícil. Sobretodo si nadie me hace caso.
Tengo que replantearme algunas cosas en mi vida.

martes, 28 de abril de 2015

Frases que me ponen los pelos de punta.

Tal y como soy, y quien lleve tiempo leyéndome me conoce, hay ciertos conceptos o ciertas situaciones a las que soy reacio. Y como a todo, a estas situaciones llevan las palabras.
Estas son las frases que más nervioso me ponen, dependiendo del contexto.

  1. Te quiero.
  2. Tenemos que hablar.
  3. He estado pensando.
  4. Anda que ya te vale.
  5. Tengo que hacerte una pregunta
  6. ¿De dónde viene lo de Leo?
  7. ¿Alguna vez has...?
  8. Tío, ¿es verdad que tú...?
  9. Dice tu ***CENSORED*** que una vez hiciste...
Las entradas a veces salen largas, y a veces salen cortas. Qué le vamos a hacer.

sábado, 25 de abril de 2015

¿Qué es esto?

No estoy acostumbrado a emociones positivas. Soy tendente a pensamientos y sentimientos algo pesimistas, y a menudo me hundo entre las sábanas buscando el consuelo de nadie.
Por eso, me pregunto... ¿qué es esto que siento, después de tanto tiempo siguiendo la rutina mencionada?
¿Quizá esperanza? ¿Quizá armonía? ¿ilusión?
¿O quizá es otra vez la tristeza, disfrazada, oculta para sorprenderme de nuevo con las manos en la masa?
No sé. No quiero pensarlo. No quiero que vuelva. Mi puerta está cerrada. Una puerta distinta, sí. Pero ahora es mi puerta y quiero aferrarme a ella.
 Pero la vida no va de puertas. Va de ser feliz (si se puede), de sobrevivir, de reir y llorar, de sentir e ignorar... Creo sinceramente que me enfoco demasiado en ver los pétalos e ignorar el rosal. No sé si me explico. Creo que no hay una sola persona en el mundo que me entienda al 100%. Pero adoro a las que me entienden en algún porcentaje.
Dicen que las mentiras son sólo verdades a medias. Me gustaría saber qué hay de verdad y de media verdad en mi interior. Qué siento, qué debo sentir, qué no me hace bien.
Casi no me conozco a mí mismo. Y eso que he tenido tiempo de estar conmigo. Unos dieciocho años, más o menos.
Creo que soy una de las pruebas de que una frase de mi cosecha, sea cierta: "Sólo es hombre el hombre que teme". Yo temo. Más que nadie, creo. Y no puedo evitarlo. Por ahora.
Ahora estoy trabajando para cambiar. Cambiarme a mí mismo, quitarme este velo oscuro y pesimista. No quiero ser pesimista. Ese es mi primer pensamiento positivo. El primero de muchos, espero.
Aunque considero ser pesimista hasta cierto punto sabio... no sé. Vamos a darme tiempo y a ver qué pasa.

lunes, 20 de abril de 2015

Lo que no te esperas.

Veo fotos mías de hace unos años, y no puedo evitar pensar... Cómo he cambiado...
No me refiero físicamente, aunque también (sigo siendo igual de feo, pero bueh). Me refiero a que cuando tenía 12 años, ni si quiera me hacía la más débil idea de que algún día estaría en la situación en la que estoy ahora. Cuando tenía 9 años, ni siquiera tenía el más débil atisbo de la vida que tenía cuando tenía 12 años. Y así. Un ciclo eterno de inesperadas conclusiones.
Y es que es cierto eso que mucha gente dice "NUNCA SE SABE". Desde luego que no. Nunca se sabe las patadas ni las caricias que la vida te tiene reservadas. Es algo chistoso que un niño de 18 años inexperto, inmaduro, incoherente, y por qué no, gilipollas hasta morir, escriba estas palabras y se atreva a publicarlas pretendiendo llevar razón. Pero a ver, atrévete a comentar, ¿no la tengo?
Desde ciertos aspectos históricos nos han enseñado a que tenemos que ser previsores y prepararnos hasta para lo que nosotros mismos ignoramos lo que vamos a hacer. Yo debo de haber salido algo defectuoso, porque me dan siempre por donde menos me lo espero. Soy así de imbécil.
De bueno soy tonto, sí, pero este no es el tema. El tema es, que te animo a que te enfrentes a las adversidades. A que no tengas miedo. Porque yo lo tuve, y te puedo decir que aquí estoy. Libre, por fin libre. Bueno, no del todo, pero bastante más que antes. Mi consejo es que no te hagas pequeño, sino que te crezcas ante tus problemas. Sé fuerte, y otros lo serán a tu lado. Haz las cosas con la misma ilusión cada día. Ayuda, y déjate ayudar. Todo irá bien, te lo prometo. Pero estate preparado, porque hasta tu sombra te abandona en la oscuridad.
Lo escribí en mi entrada anterior. "Hasta la luz más débil brilla en la oscuridad". Permítete a ti mismo ser esa luz. Verás como todo lo que te rodea, hasta tus problemas, puede llegar a ser hermoso, y reconfortante.
Y una cosa más. "Ante los problemas, no te rindas. Porque aunque las ventiscas, heladas y lluvias te hielen, siempre habrá algo que te abrigue... aunque sea la piel del enemigo..."
Eso tampoco te lo esperabas, ¿eh?

sábado, 18 de abril de 2015

Esperanza

Tengo mucho que agradecer en la vida. Por muy mal que haya visto las cosas, siempre hay algo que me ha salvado. Me viene una frase de la película "Los seis signos de la luz" (el mejor papel de Alexander Ludwig, si me lo permitís), que dice algo así como "Hasta la luz más débil brilla en la oscuridad".
Y es verdad. Siempre hay que conservar la esperanza. Da igual el problema que tenga, tengo que recordarme "Tengo que hacerlo. Puedo hacerlo.", y siempre que lo hago, lo consigo.
Por supuesto que tengo miedo. Acabo de empezar una nueva vida y por fin siento cosas que llevaba años soñando. Siento la libertad, siento el amor, siento la esperanza y las ganas de vivir.
Hoy estoy un poco positivo. Es raro, no estoy acostumbrado a escribir palabras tan sinceras sin ser oscuras. Me hace bien pensar en las cosas buenas que me rodean. Algunas personas me animan a escribir un poco más positivo (un besito, Milena). Yo no creo que escriba negativo, creo que cuando me siento frente a un teclado las palabras salen solas de mí. A veces me siento mal, otras bien, y simplemente expreso qué ocurre en mi interior. Pero no soy pesimista. Soy perfectamente capaz de hacer sonreír y sonreír yo. Los que me conocen deben coincidir en que soy una persona muy alegre. Quién lo diría, ¿verdad?
Hasta hace poco, estuve pensando en que el mundo es muy grande, enorme, y yo muy pequeño. Hace poco que pienso "Sí, es enorme... Pero me encantaría verlo poco a poco".
Del mismo modo creo que empiezo a atribuirme un poco más de amor propio. Mis seres queridos piensan, que debería valorarme un poco más a mí mismo. Recientemente, en una conversación, dije algo así como "No sé lo que valgo... pero me muero por descubrirlo".
Se abre un frente nuevo ante mí. Se acabaron los años de tinieblas, tormentas y miedo. Ahora tengo esperanza, futuro, ilusión... y ganas de seguir adelante. Siento que nada puede pararme. Al menos por ahora. Todo esto, podría englobarlo en dos simples palabras que no suelo decir, y son tan tontas y al mismo tiempo tan intensas... y es que... ESTOY BIEN.
Y nunca lo habría disfrutado más.

jueves, 16 de abril de 2015

Sobre mí.

Entiendo que la gente a veces no esté del todo a gusto conmigo. Hay muchas cosas que odio de mí mismo, así que, ¿por qué no ellos? Al fin y al cabo, tú intentas no ser cruel contigo mismo echándote en cara tus defectos, pero la gente es cruel por naturaleza. No lo van a dudar. Los demás juzgan, y eso no va a cambiar.
Dicen por ahí que soy muy pesimista. Quizá, pero cuando me decidí a escribir estas líneas, no pensaba en ello. Sólo pensaba en expresar de alguna manera mi mundo interior.
El mundo puede tener rincones maravillosos, pero también puede ser un lugar oscuro, frío, terrible, siniestro... No logro comprender del todo de qué depende cómo veamos lo que nos rodea. Yo trato de alegrarme de las cosas buenas, y llorar con las malas. Por algún momento suelo tender más hacia la lagrimilla.
No me considero una persona depresiva. Bueno... Sólo un poco más que el resto. Supongo que el mundo me ha hecho así. Pero no debemos olvidar que mi instinto de supervivencia me ha hecho llegar a donde estoy hoy.
Odio que las cosas me salgan mal. Odio que me tengan que llamar la atención porque algo no ha terminado de ser satisfactorio. Quizá sea un poco exigente conmigo mismo. No me importaría cambiarlo. Estoy tan mal de la cabeza que creo que finalmente me volveré un paranoico con cada cosa que haga. No me gusta fallar en algo que he hecho con el corazón. No quiero volver a ser un fracasado, a pesar de tener todas las papeletas para ello.
Odio necesitar tanto cariño. Aunque antes que eso odio que la gente no me lo de. Se me llevan los demonios cuando los demás razonan "Bah, ya es mayorcito, sabe valerse por sí mismo", cuando un abrazo para mí nunca está de más. Me encantaría que si alguna vez me siento mal alguien se moleste en preguntármelo o consolarme. Pero no. Me he vuelto tan inaccesible y me he rodeado de una coraza que mis seres queridos (y los no tan queridos, mirándolo por el lado bueno) no se atreven a acercarse a mí. Y eso es triste.
Algún día cobrará sentido aquello de "Ser tú mismo". Pero de momento ser yo es confuso, y no se lo recomiendo a nadie. Más que nada, porque es imposible. Lógica.
Me encantaría ser de otra forma, menos oscura de la que soy ahora.

sábado, 28 de marzo de 2015

Verso a verso...

 Siempre yo sentí que en algún lugar, hallaría un hueco esperando por mí...
Una voz me dice, que yo debo estar allí.
Ya temí, no sabré cumplir su plan... Donde voy, llevo la inquietud
si yo mismo soy.
¿Quién es el chico que veo aquí, tras de mí?
¿Qué tengo que intentar, cuánto habrá que ocultar?
Esta imagen que alguien vio, no es la realidad...
En la fuerza está el poder, en el sabio está el saber,
con el tiempo, todo llegará.
En algún lugar, sé que al fin me esperan
Ya me llega su canción. Quiero un nuevo hogar
donde estar a salvo y vivir con ilusión.
Pero ves, no me sé conformar. Quiero saber
si sabré bailar. Yo quiero ver una bella danza...
 Parece que no existen más personas
que aquellas que son igual que tú. Si sigues
las pisadas de un extraño, verás cosas que jamás
soñaste ver...
Sólo un pasito más, tengo que intentarlo...
¿Qué hago? No... ¡Allá voy!
Mira y verás, cómo el cielo es azul
Cierra los ojos, describe su luz. Miles de estrellas
brillando a la vez. En mi mirada se ve.
Ya habrá tiempo para disfrutar, ni un instante desperdiciar.
Lo que estuviera en mi poder, haría sin dudar.
Pero ya no sé por dónde caminar...
Yo sólo quiero ser real y sentir el mundo igual que los otros
¿Por qué yo tendría que cambiar? Nadie más lo va a intentar
y no entienden que sigo aquí
Nadie puede negar que soy un tipo singular
un talento incomparable sin igual...
Y aunque esté solo libre soy al fin.
Vete de aquí y aléjate de mí...

martes, 10 de marzo de 2015

Respetuosamente.

El viernes pasado, me teñí de rubio, con las puntas en azul. Me dieron la oportunidad de hacérmelo en una escuela de peluquería, gratuitamente, y yo llevaba años queriéndomelo hacer. Así que, al ataque.
Pero mi padre no reaccionó bien. Mi padre, digo. Estaba de viaje y al volver me preguntó por WhatsApp que si era una peluca.
Primeramente me dijo que no quería que lo vieran conmigo el público.
Después me llamó friki (todo un honor para mí, querido).
Me dijo que si volvía a encontrar mi ordenador en mi casa, me lo partiría en la cabeza.
Que a la mínima que me descuidase, me rapaba.
-¿Y a tí qué te afecta que yo me tiña el pelo?
Anda que no se han reído ya de mí por tu culpa.
-¿Y ahora yo me tendría que sentir mal por haberme teñido el pelo o algo así?
Juanma, cállate la boca ya, y déjame en paz, ¿vale? Cállate ya.

Todo muy favorable.
Me hizo mucho daño que me insultase y me menospreciase así. ¿Por qué? Es sólo pelo, joder, PUTO PELO. Debo calmarme. Empiezo a volverme histérico.
Mi padre es una de esas personas a las que les importa qué pueden decir los demás. Yo no soy de esos. Yo soy yo, y no me van a cambiar jamás. No tiene derecho a amenazarme (-¿A qué viene amenazarme así ahora? +No es una amenaza, es una advertencia. Es que son muchas advertencias ya seguidas. O puede que sí, es una amenaza). No tiene derecho a insultarme. Ambos tenemos una percepción de la vida que el otro no comprende. Bueno, yo la suya la comprendo, pero no la comparto. Él es directamente incapaz de comprender.

Creo que esto va mucho más allá del pelo. A él no tiene por qué importarle cómo yo me tiña. No tiene más que girarse y taparse los oídos. Pero él ha optado por querer cambiarme a mí.
PUES NO, PAPÁ. No voy a cambiar. No me importa lo que pienses de mí. Me da igual que me odies. Mi vida sigue, y tú estás perdiendo el tiempo haciéndome sentir mal. Tú seguirás odiando mientras mis heridas se cierran, y ya está. No hay más. Tú decides en qué emplear el esfuerzo que dedicas a hacerme daño.
De hecho, estoy arriesgándome mucho escribiendo estas líneas. Tarde o temprano él sabrá que he escrito sobre él en Internet, que es un punto más de odio entre nosotros, desde que a los doce años puse en un estado de Tuenti que le odiaba. Inocencia adolescente. Pero esto va más allá. Ahora soy un adulto, plenamente consciente de lo que digo. Y digo, que no, que no tienes derecho y que con la excusa de que vivo contigo, porque no tengo otra opción, crees que puedes hacer conmigo lo que quieras. Ya no formas parte de mi educación. Soy un adulto con unas ideas muy claras. Y entre esas ideas, está la de que no puedes enseñarme nada bueno. Nada. Me da igual cuál de mis hermanas, o de tus contactos topos, te haya hecho llegar a leer esto. Te muestro mi opinión de forma respetuosa, y es que no, no llevas razón.

Yo sólo concluyo diciendo que a mí me encanta mi tinte.

sábado, 28 de febrero de 2015

Recordando, lamentando, superando.

Ojalá tuviera fuerzas y no me faltase valor para decirte que te echo de menos.
Ahora tu risa, tus caricias, son para otros, porque me las arrebataste injustamente. Ahora siembras esa sombra oscura sobre mí, alimentando lo que los monstruos han hecho conmigo. Ahora tienes la capacidad de mirar hacia otro lado y olvidar todo lo que, durante toda mi vida, he significado para ti.
Fuiste la primera persona que me tuvo en sus brazos. En aquellos momentos, yo era una gota frágil, que llegó a esta travesía de vivir venciendo algunas dificultades. Aunque no vine solo, sé que hubo amor para mí. Crecimos juntos, superamos miedos y temores, apoyándonos el uno en el otro.
Las risas en tu pecho, las lágrimas en tu hombro. Confié en ti y te di lo mejor de mí.
Te decepcioné muchas veces, es cierto. No puedo quitarte la razón, igual que tú tampoco puedes quitármela a mí cuando te digo, que ninguna de esas veces careció de un "Perdóname".
Quiero que dejes de mirar a otro lado. Quiero que vuelvas a sentir lo que una vez sentiste por mí. Quiero volver a ser ese niño que tantas veces me has dicho que deseabas. Necesito que apuestes por mí, y aún no quieres oírlo. Pues óyelo: Soy el mismo, no he cambiado. Sigo teniendo miedo a la oscuridad. Sigo haciendo tantas cosas que hacía cuando era un novato en la carrera en la que ahora me estoy arrastrando...
Veo tus fotos, y sé que eres feliz... Y me desgarra el corazón darme cuenta de que lo eres porque ya no estás a mi lado. Decidiste dejar de pensar en mí mientras yo me debatía entre seguir intentándolo o abandonar. Cuanto más te necesito, más siento que te alejas de mí.
No puedo hacerte volver. No quiero hacerte volver. Quiero que seas tú quien se de cuenta, de que hay un alma que no puede seguir adelante si no le das la mano para caminar junto a él.
Y lo sé, sé que no valorarás nada de esto. Sé que ni si quiera lo vas a leer. Tus ojos no van a posarse sobre estas palabras. Y si se posaran, malinterpretarías todo lo que digo. Sé que no serán más que palabras escritas en un estúpido blog de Internet escrito por un adulto prematuro. Porque soy un cobarde, joder, SOY UN COBARDE. Quisiera ser valiente como para demostrarte, que esto tiene menos que ver con dolor, y más con amor.
Ojalá tenga tus labios posados en mi frente pronto. Hasta entonces, seguiré conformándome con recordar las nubosas memorias de mi infancia.
No me olvides. Aún estoy aquí. Te quiero.

jueves, 26 de febrero de 2015

Autodecepción

Ahora mismo estudio Bachillerato de Artes Escénicas. Algún día quiero ser actor, concretamente, de musical. Ahora actúo en algunos musicales, aunque no de forma profesional. Suelo interpretar a los personajes antagonistas. Me mola ser el malo, porque mi registro vocal es muy bajo, alcanzo notas muy graves, y queda en algunos casos ESPELUZNANTE. Por ahí sí que me mola.
Por ejemplo, ved esta pequeña sorpresa de aquí...
Pero hay ocasiones en las que me siento una basura. Cuando voy a ver algún musical que mis compañeros hayan estado trabajando, te fijas en los personajes... todos con registros vocales tan altos, y notas agudas y preciosas, notas que yo no puedo ni podré alcanzar jamás. Y me duele.
Si soy realista sé que jamás encontraré un trabajo en lo que me gusta de la forma en la que me gustaría. No tengo una voz bonita de la que la gente no se cansa de oír. Mi voz, no gusta. Cuando me veo actuar a mí mismo, no me aguanto. Soy demasiado autocrítico conmigo mismo.
Cuando veo un personaje bonito, atractivo, con los rasgos que me gustaría adoptar, esos personajes, no son para mí. Es tan frustrante, que me dan ganas de llorar. Ves un sueño ahí, y la puta realidad te recuerda que jamás lo podrás alcanzar.
Mi voz, en la mayoría de aspectos, me ha condenado a vivir sumergido bajo mis metas. Qué asco ser bajo. Por lo menos de momento, pienso así. Ojalá fuera bueno.
Supongo que limitarme a hacer del malo en musicales infantiles tampoco está nada mal. Intentaré disfrutar de lo que puedo hacer y no torturarme con lo que no. Al fin y al cabo, no tengo capacidades, y tampoco pasa nada.

lunes, 9 de febrero de 2015

Programación.

Iniciando sesión.
Cargando...
15% ...       48%...      73%...      92%...      100%
Protocolo de inicio del programa completado.
Seleccionar operación:
-Administrar aplicaciones
-Explorar archivos
-Examinar carpetas y galerías
*Click*
Administrar aplicaciones seleccionado.
¿Desea corregir u omitir actualizaciones disponibles?
-No.
¿Está usted seguro?
-Nunca lo estoy.
Ya. Como todos.
-Continuar.
Aplicaciones instaladas:
Amar.
Perdonar.
Arrepentirse.
Trabajar.
Disfrutar.
Reflexionar.
Decidir.
Respirar.
Actuar.
Cantar. *Se detectó error en la aplicación. Consulte con un técnico*
Beber.
Dormir.
Soñar.
Seleccionar aplicación.
Aplicaciones "Soñar", "Actuar", "Dormir" y "Disfrutar" seleccionadas.
¿Desea eliminar, modificar, o actualizar las aplicaciones?
-Eliminar
Nope. Imposible. Las aplicaciones son almacenadas de fábrica y son instaladas por defecto con el sistema operativo.
-Más información.
El sistema operativo "La Vida" posee una serie de modificaciones inquebrantables. Si desea desinstalarlas, debe reiniciar el sistema, proceso no disponible en su equipo.
-Atrás.
Aplicaciones instaladas:
Amar.
Perdonar.
Arrepentirse.
Trabajar.
Disfrutar.
Reflexionar.
Decidir.
Respirar.
Actuar.
Cantar. *Se detectó error en la aplicación. Consulte con un técnico*
Beber.
Dormir.
Soñar.
Seleccionar aplicación.
Aplicaciones "Perdonar" y "Arrepentirse" seleccionadas.
¿Desea eliminarmodificar, o actualizar las aplicaciones?
-Modificar.
¿Desea reducir la sensibilidad de ejecución del software?
-Sí.
Reduciendo en un 40%... Calibración anterior, 80%
Proceso completado. Aplicaciones modificadas.
-Atrás.
-Atrás.
Seleccionar operación:
-Administrar aplicaciones
-Explorar archivos
-Examinar carpetas y galerías
*Click*
Examinar carpetas y galerías seleccionado.
¿Desea modificar sus recuerdos, memorias, vivencias y decepciones?
-Suprimir.
La operación no puede ser ejecutada. Salvo en caso de malware o virus ofensivo, sus peores recuerdos le acompañarán durante el uso del sistema.
-Insistir.
No importa lo que insistas. No voy a obedecer.
-Atrás
-Atrás
¿Desea finalizar sesión y apagar el equipo?
-Sí
Sesión finalizada. Gracias por usar "La Vida", e instalarle el complemento "Depresión" y el parche "La puta realidad". Que tenga un buen día.
*Bzzz*
-... Vaya mierda.

Me cuesta tanto olvidarte...

Supongo que ahora soy yo el que tiene algo que decir.
Todo sería más sencillo si yo no estuviera aquí. Las cosas serían más hermosas, más fáciles y quizá más divertidas. Alguien debía vivirlas en mi lugar. Y aquí estoy yo, malgastando mi vida y despreciando cada detalle que el mundo tiene conmigo.
Ayer vi cierto musical, y no pude evitar llorar con una escena en concreto. "Me cuesta tanto olvidarte..." es una canción que despierta en mi nostalgias que no puedo controlar. Y lo demás sale solo.
Yo quise decir adiós y mis labios quedaron muertos en flores marchitas. Todos creen que soy alegre y no es así.
Demasiado difícil, demasiado grande... No quiero que siga siendo así. Debería ser el primer día de mi nueva vida. Y es el siguiente de la anterior. Empeora, me deprime, me repugna, me asfixia, me asesina, me hiere, me duele. No tiene solución y no puedo soportarlo más. A mi alrededor hay cariño inexistente. No, no me queréis. Dejad de darme coba. No necesito ser aquel del que todos sienten lástima. Podéis reservaros vuestras mentiras, gracias.
Yo ya vivo en la mía propia. En el lugar en el que no me queda refugio, ni estima ninguna ni de nadie. Necesito creer en mí mismo, pero no puedo acceder a lo más profundo de mi corazón tras ese muro de mentiras y desilusiones.
Necesito llorar, estar solo, no oír ni hablar con nadie. Solo conmigo mismo. Quizá con mis antiguas amigas de acero frío y justiciero. Pero nadie más. Sólo mis susurros en la oscuridad. Estoy harto de decepcionar a los demás, y sobretodo a mí mismo.
Tengo mucho en lo que trabajar y muchas cosas que decir antes de "Adiós". Y quizá el momento esté más cerca de lo que creo. O quizá más lejos. No lo sé. Eso es lo que me jode. Que no sé nada.
Me cuesta tanto olvidarte... Que casi voy a tener que empezar por olvidarme de mí mismo.

domingo, 25 de enero de 2015

El veneno de amar

Empiezo a buscar que no me quieran, sino que me protejan. El querer se lo lleva el viento, y prefiero ir sobre seguro. Me han querido, pero hasta ahora no ha servido mas que para sufrir.
No somos conscientes de la infección que deja en nosotros la herida del amor. Hiere, duele, sufrimos e incluso mata, aunque dulcemente. Y como somos estúpidos, nos herimos una y otra vez.
Pues yo no sé si dejar de herirme. Una musa se coló en mi corazón y no tiene intención de salir. Pero no puedo dejarme acuchillar porque la debilidad es algo que no puedo permitirme.
Me lamento, porque nadie puede amarme. Es un poco paradójico. No me aman porque no me dejo porque me hacen daño cuando me aman... Yo qué sé. Ni el mejor filósofo ni psicólogo lograría entenderme. Es extraño que ni siquiera yo entienda lo que siento.
Quiero romper con el pasado, y olvidar lo que quizá un día fui. Pero no puedo olvidar del todo, como yo quisiera. Hay momentos que quise mantener en mi corazón por siempre, por lo que hoy no puedo arrancarlos.
Ojalá la aventura de vivir no fuera tan dura. Ojalá todo fuera tan sencillo como en un videojuego. Siempre ganan los buenos, al final hay cohetes y quizá un beso, y salen las letritas tan chulas. Pero esto es diferente. Esto es la vida real. No hay más vidas que una, y si me dejo derrotar no tendré una segunda oportunidad. ¿Qué debo hacer? Amar... No amar... Un dilema sin sentido que no me deja descansar.
Anoche no pude dormir bien. Me desperté, que yo me acuerde, un mínimo de cuatro veces, con terribles pesadillas que me hicieron saltar de la cama. No recuerdo bien, pero huía de criaturas horribles, sangrientas... Como salidas de la fantasía gore de una mente perturbada.
No sé qué representan esas criaturas. Quizá hayan salido de los agujeros que quizá un día tuve que rellenar con amor que nunca recibí. Pero no quiero volverlas a ver. Tengo pesadillas desde que tengo memoria, pero nunca les he tenido tantísimo miedo como a las de anoche.

sábado, 24 de enero de 2015

Puedo... pero no mucho más.

Si tienes frío, ven a mí. Yo jamás te negaré un abrazo. Si tienes hambre, ven a mí. Yo te alimentaré con mi cariño. Si tienes sed, ven a mí. Te ofreceré manantiales de sueños que beber. Si tienes miedo, ven a mí. Mi corazón será el refuigio de tus temores.
Pero yo tengo hambre, sed, frío y miedo. No hay refugios para mí, no donde me sienta seguro, no hay nada que me salve de este mundo oscuro y frío. Sombras se ciernen sobre mí, y yo muero una y otra vez sin que a nadie le importe.
Como a Prometeo y su castigo divino por robar el fuego. Esa es la equivalencia de mi sufrir. Sólo que quien se alimenta de mí no es un águila sino mi propia familia. Ellos me devoran, ríen, comparten trozos de mí y se burlan con los labios manchados con mi sangre. Y yo, mutilado y destruído, cierro los ojos, que derraman lágrimas que también se beben como un elixir de mi dolor.
Ojalá esta no fuera mi vida. Ojalá tuviera una varita mágica que pudiera volver el tiempo atrás. Ojalá no hubiese nacido nunca. Algún día desapareceré y no dejaré que nadie vuelva a saber de mí. O quizá haya desaparecido ya. Si no significo, no soy nada para nadie, ¿qué sentido tiene en mí la existencia?
No existo. Debo de ser un error de Dios que ahora está tratando de enmendar. Dicen que aprieta pero no ahoga. Jamás entendí ese dicho. Ahoga en el momento en que la víctima no puede aguantar más que lo aprieten. Si los que apoyan el dicho oyesen esas palabras, dejarían un espacio en blanco en el refranero.
¿Por qué, Dios mío? ¿Por qué? ¿Acaso no fui siempre fiel a ti? ¿Acaso no supe arrepentirme y moriría cada día por mi error? ¿Por qué permites a mi hermana destruirme y derribar cada pilar de mi mundo? ¿Por qué no dejas que mi madre me ame y me perdone?
Y si no merezco ser feliz, ¿debo dejar que los demás me restrieguen su felicidad?¿Acaso su felicidad sí que es merecida? Me han robado el amor que necesito y me están obligando a sufrir. ¿Eso es lo que merezco? Necesito saberlo, porque no me quedan lágrimas que derramar. Y no me puedo conformar con el silencio tras mi pregunta.
No quiero seguir así. No quiero seguir sufriendo. No me importa que lleve ya años igual. Emplearía toda mi vida para llorar y suplicar

POR FAVOR.

POR FAVOR. POR FAVOR. Por favor...
No quiero seguir sufriendo. No quiero que mi vida siga siendo una mentira. No quiero que la gente me muestre  su peor cara. Estoy cansado de querer llevar buena intención y recibir una mala actitud y malos gestos. Sabes que no quiero hacer daño a nadie, pero tampoco me dejas hacer el bien.
¿Qué vas a hacer? ¿Qué tienes pensado para mí? Aún puedo aguantar, pero no sé cuánto tiempo más...

martes, 13 de enero de 2015

¿Y cómo soy?

Empiezo a pensar que no me conozco a mí mismo tanto como creía.
El otro día me estuvieron diciendo que soy demasiado negativo, oscuro, pesimista y triste.
No me considero una persona triste. De hecho, creo que reflejo ser una persona bastante feliz. Me gusta bromear, reír, amar, abrazar, besar... Yo qué sé. Lo que un retrasado como yo suele hacer. Que no lo hace nadie más, pero en fin...
No me conozco bien, es la conclusión que saco de todo esto. Supongo que no me queda motivación y eso se nota. Además de lo transparente que soy.
Soy incapaz de fingir, ese es uno de mis mayores defectos. "¿Qué te pasa?" es la única pregunta ante la cual no puedo mentir. Y otras cuantas. Pero la principal, ésa.
Otro de mis defectos es que le cojo demasiado cariño a la gente. Me he vuelto inaccesible pero al mismo tiempo me gusta dar cariño, apoyo, y confianza a los demás. Forma parte de la gran mentira que me rodea. Qué le vamos a hacer, mi mundo es mío y de nadie más. Soy así de estúpido.

En compás lento

Sin la música, la vida tendría un sabor que nadie desearía probar.
Todos hemos tenido ciertos momentos en los que sentimos la necesidad de acompañar de música ciertas situaciones.
Soy de los que renuncian a enfrentarse a los problemas y prefieren encerrarse en su habitación y refugiarse bajo una pieza de violín que me recuerde que las cosas no son tan fáciles como cuando eras un inocente crío a la espera de crecer y descubrir la verdadera tortura de vivir.
Bueno, tortura no es la mejor forma de llamar a la vida. Me hace parecer débil y quizá derrotado. Y a mí, AÚN NO ME HAN DERROTADO. Aunque he de reconocer que no les debe de quedar mucho para lograrlo.
Intento demostrarme a mí mismo que puedo con lo que me echen, intento aunar fuerzas y enfrentarme a los desafíos que, por ejemplo mi familia, me aportan. Pero tengo demasiado miedo para creerme invencible. No soy invencible. Soy débil, y la vida no está hecha para los débiles. Ya he mencionado esto en anteriores entradas de mi blog. Pero no deja de ser verdad, y cada vez es más lógico.
Lo peor de estar pasándolo mal no es la constante decepción que algunos sufren sobre sí mismos, sino la lentitud de los peores momentos. Se dice que el tiempo vuela cuando lo estás pasando bien. Es cierto. Y se dice también que cuando lo pasas mal el tiempo pasa más lento.
Yo me pregunto en qué momento hice algo tan terrible como para que mi castigo sea la ralentización de cada instante que paso en este mundo tan loco. Soy tan pequeño y el mundo tan grande... Y hace tanto frío... A veces me cuestiono si vale la pena seguir adelante o tirarse al vacío y esperar a que la oportuna gravedad ejerza su fuerza y acabe con todo para siempre.
Supongo que sólo un violín podría entender esto que siento. Y seguramente lo expresaría mejor.