jueves, 13 de marzo de 2014

Yo amo, tú odias. ¿Quién tiene el problema?

¿Acaso tiene alguien derecho, a hacer sentir mal a otra persona, sólo por ser ella misma?
Sé que soy diferente. Estoy muy orgulloso de ello (a pesar de no necesitar pasearlo por ahí). Sé que hay quienes no comparten mis ideologías, y sinceramente, me da igual. Yo respeto, y exijo lo mismo para mí.
Pero hay quienes se atreven a abandonar su humanidad, para atacar. Atacan a donde duele, porque saben. El problema es ése: Saber, saben. Pero no entienden.
Llenan de odio sus palabras y sus acciones. Palabras que se disfrazan de gritos. Acciones que se cubren de violencia. Un conjunto que se transforma en dolor, sufrimiento y devastación. Porque el odio sólo genera más odio, hasta que un corazón puro es capaz de detenerlo.
Y a veces va a más. Porque la víctima, pobre, inocente, termina creyéndose las pesadillas que otros crean. Porque no es la primera vez que conozco este tipo de historias. Gente que se odia a sí misma, que se maltrata, y que sufre. Gente que se destruye, también. Los que entre lágrimas dijeron llenos de rabia "Ojalá no fuese así", u "Ojalá fuese normal". Nunca un deseo pudo hacer tanto daño.
Lucharon, lucharon por abandonar su propio mundo para ingresar en el de los demás. Intentaron tomar un fruto que no era de su gusto. Y como no lo consiguieron (porque no se cambia lo que se lleva en la esencia), dedujeron que no merecían vivir. Así como lo cuento, ocurrió.
Y es tan injusto. Es tan CRUEL, que otros paguen lo que otros rompieron. Que una mente INOCENTE, porque qué hicieron, dejando a un lado el hecho de amar lo que amaron, si no hicieron daño a nadie. Nadie sufrió por su causa, pues en su corazón sólo había amor. Amor que se convirtió en miedo, miedo que oscureció su alma...
Y así se muere por primera vez. Cuando eres pisoteado y apaleado. Y no es tan decisiva como la última muerte, pero no poco dolorosa. No lo olvidemos.
Hemos de tener el coraje de poder levantarnos. Levantarnos y decir "Qué te he hecho yo. Qué hice para que me odiaras.". Encararnos, luchar, y no rendirnos. No permitir el miedo en nuestro interior. El miedo lo superamos de pequeños, cuando aprendimos que no había monstruos en el armario, y que no venía ningún "coco" cuando no podíamos dormir. Lo que ahora tenemos dentro, es amor, amor que dar, y eso es todo.
Concluyo diciendo, simple y quizá vulgarmente, que si no somos capaces de tolerar, aceptar y respetar, nos podemos ir todos a tomar por culo, que así es a lo único que llegaremos.

Leo.

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