viernes, 7 de agosto de 2015

Prólogo de una odisea.

Quizá vaya siendo hora de cerrar etapas.
Hay cosas a las que duele renunciar, lo sabemos tú, yo, y todos.
Y es que he decidido que ya está bien, porque lo peor que puede pasarle a una persona, es que ella misma se convierta en su peor enemigo.
Y bueno, quizá esa ha sido mi maldición. He estado asustado demasiado tiempo, demasiado tiempo haciéndome daño a mí mismo. Casi más que el que me han hecho a mí. Pero no importa. Llevo ya bastante tiempo de cambios, cambios que jamás me hubiera creído si alguien me hubiese spoileado los últimos acontecimientos.
Todo este tiempo ha sido tiempo de sufrir, tiempo de llorar, tiempo de cambiar, aceptar y madurar. Aún me queda mucho, pero muchísimo de todo ello. Así es como termina el "Prólogo" de toda esta aventura. He mirado el precipicio, he llorado, he temblado en el borde... Y ahora por fin estoy dispuesto a saltar. No me malinterpretéis, estoy muerto de miedo. Pero no puedo dejar que el miedo siga aprisionándome. Conozco muchos de mis errores, mis puntos débiles, y mis explosiones internas. Ahora es el momento de crecer, de conocerlos todos, de descubrir mis defectos y virtudes, y abrazarlos. Algo que jamás creí que fuese capaz de hacer.
Da igual bajo qué nombre lo haga. Si "Leo", o "Juanma", o las mil formas de llamarme que han empleado. Sólo sé, que esto será duro, que va a doler, pero será satisfactorio, y maravilloso. Y sé, aunque no me lo crea del todo, que hay gente conmigo. Gente a mi lado que hará de mi travesía un oasis de emociones y cuya mano sentiré en mi hombro. Y sobretodo, con mi fe. Porque sé que Dios está ahí conmigo. Porque me abraza, me quiere, y confía en mí. Siempre he dicho que sé que hay un plan para mí. Es hora de atreverse a destaparlo.
Esto va por mí, por todos los que se fueron, por los que vendrán, y por los que entraron a mi vida para quedarse.
Así que dadme la mano, que vienen baches. Así que...
"Capítulo Uno..."

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