sábado, 24 de enero de 2015

Puedo... pero no mucho más.

Si tienes frío, ven a mí. Yo jamás te negaré un abrazo. Si tienes hambre, ven a mí. Yo te alimentaré con mi cariño. Si tienes sed, ven a mí. Te ofreceré manantiales de sueños que beber. Si tienes miedo, ven a mí. Mi corazón será el refuigio de tus temores.
Pero yo tengo hambre, sed, frío y miedo. No hay refugios para mí, no donde me sienta seguro, no hay nada que me salve de este mundo oscuro y frío. Sombras se ciernen sobre mí, y yo muero una y otra vez sin que a nadie le importe.
Como a Prometeo y su castigo divino por robar el fuego. Esa es la equivalencia de mi sufrir. Sólo que quien se alimenta de mí no es un águila sino mi propia familia. Ellos me devoran, ríen, comparten trozos de mí y se burlan con los labios manchados con mi sangre. Y yo, mutilado y destruído, cierro los ojos, que derraman lágrimas que también se beben como un elixir de mi dolor.
Ojalá esta no fuera mi vida. Ojalá tuviera una varita mágica que pudiera volver el tiempo atrás. Ojalá no hubiese nacido nunca. Algún día desapareceré y no dejaré que nadie vuelva a saber de mí. O quizá haya desaparecido ya. Si no significo, no soy nada para nadie, ¿qué sentido tiene en mí la existencia?
No existo. Debo de ser un error de Dios que ahora está tratando de enmendar. Dicen que aprieta pero no ahoga. Jamás entendí ese dicho. Ahoga en el momento en que la víctima no puede aguantar más que lo aprieten. Si los que apoyan el dicho oyesen esas palabras, dejarían un espacio en blanco en el refranero.
¿Por qué, Dios mío? ¿Por qué? ¿Acaso no fui siempre fiel a ti? ¿Acaso no supe arrepentirme y moriría cada día por mi error? ¿Por qué permites a mi hermana destruirme y derribar cada pilar de mi mundo? ¿Por qué no dejas que mi madre me ame y me perdone?
Y si no merezco ser feliz, ¿debo dejar que los demás me restrieguen su felicidad?¿Acaso su felicidad sí que es merecida? Me han robado el amor que necesito y me están obligando a sufrir. ¿Eso es lo que merezco? Necesito saberlo, porque no me quedan lágrimas que derramar. Y no me puedo conformar con el silencio tras mi pregunta.
No quiero seguir así. No quiero seguir sufriendo. No me importa que lleve ya años igual. Emplearía toda mi vida para llorar y suplicar

POR FAVOR.

POR FAVOR. POR FAVOR. Por favor...
No quiero seguir sufriendo. No quiero que mi vida siga siendo una mentira. No quiero que la gente me muestre  su peor cara. Estoy cansado de querer llevar buena intención y recibir una mala actitud y malos gestos. Sabes que no quiero hacer daño a nadie, pero tampoco me dejas hacer el bien.
¿Qué vas a hacer? ¿Qué tienes pensado para mí? Aún puedo aguantar, pero no sé cuánto tiempo más...

1 comentario:

  1. Cada encarnación ofrece una serie de pruebas a superar (a fin de seguir evolucionando y perfeccionándose como alma y espíritu). Una vida libre de pruebas difíciles ¿Qué merito y/o aprendizajes traen consigo? A mayor evolución, mayor dificultad (como en la escuela). No obstante, muchas veces, nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. Nuestros pensamientos, nuestros deseos truncados y frustraciones, etc. Es importante encontrar las herramientas que nos permitan ser feliz en la calamidad, que nos permitan encontrar la paz escondida dentro de nosotros mismos.

    Ser feliz en situaciones felices es fácil. Ser feliz en situaciones difíciles... eso es lo que sólo logran los héroes.

    El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.

    Encuéntrate. Dentro de ti hay algo bello y maravilloso. Algo inalterable por la actitud de los demás, por las miradas de los demás, por los pensamientos de los demás. Dentro de ti esta ese oasis de paz que tanto anhelas y en el que puedes refugiarte y coger fuerzas para seguir avanzando.

    ResponderEliminar