No estoy acostumbrado a emociones positivas. Soy tendente a pensamientos y sentimientos algo pesimistas, y a menudo me hundo entre las sábanas buscando el consuelo de nadie.
Por eso, me pregunto... ¿qué es esto que siento, después de tanto tiempo siguiendo la rutina mencionada?
¿Quizá esperanza? ¿Quizá armonía? ¿ilusión?
¿O quizá es otra vez la tristeza, disfrazada, oculta para sorprenderme de nuevo con las manos en la masa?
No sé. No quiero pensarlo. No quiero que vuelva. Mi puerta está cerrada. Una puerta distinta, sí. Pero ahora es mi puerta y quiero aferrarme a ella.
Pero la vida no va de puertas. Va de ser feliz (si se puede), de sobrevivir, de reir y llorar, de sentir e ignorar... Creo sinceramente que me enfoco demasiado en ver los pétalos e ignorar el rosal. No sé si me explico. Creo que no hay una sola persona en el mundo que me entienda al 100%. Pero adoro a las que me entienden en algún porcentaje.
Dicen que las mentiras son sólo verdades a medias. Me gustaría saber qué hay de verdad y de media verdad en mi interior. Qué siento, qué debo sentir, qué no me hace bien.
Casi no me conozco a mí mismo. Y eso que he tenido tiempo de estar conmigo. Unos dieciocho años, más o menos.
Creo que soy una de las pruebas de que una frase de mi cosecha, sea cierta: "Sólo es hombre el hombre que teme". Yo temo. Más que nadie, creo. Y no puedo evitarlo. Por ahora.
Ahora estoy trabajando para cambiar. Cambiarme a mí mismo, quitarme este velo oscuro y pesimista. No quiero ser pesimista. Ese es mi primer pensamiento positivo. El primero de muchos, espero.
Aunque considero ser pesimista hasta cierto punto sabio... no sé. Vamos a darme tiempo y a ver qué pasa.
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