“Vida: (Del latín “Vita”) 1. s. f. Fuerza o
actividad interna sustancial, mediante la que obra
el ser que la posee.”.
Y yo frunzo el ceño, mientras intento comprender por
qué algo tan simple, posee un significado tan complejo. No somos
máquinas, no somos simples objetos programados para movernos, somos
mucho más. Como definición científica, va bastante bien. Pero creo
que necesitamos un significado más personal que ese. Así que tomo
mi bolígrafo, y anoto en el margen.
Vida: (Del latín “Vita”) -y me tomo la libertad de
saltarme la numeración, puesto que en mi definición no hay más que
una acepción- El sonido de una puerta al abrirse. El olor de la
comida recién hecha. El tacto cálido de una fotocopia recién
hecha. El puño alzado de “Lo conseguí” y los ojos tristes de
“Lo intenté”. El dinero suelto que te encuentras en el pantalón.
Los ojos de esa chica del instituto que tanto te gusta. La vida es la
tira de plástico de la que tiras para abrir un paquete de galletas.
Cuando solo queda una patata del paquete que compartís dos personas,
y tu amigo te la ofrece con un “Toma, anda”. Cuando tropiezas y
empiezas a correr para fingir que ésa era tu intención. El primer
“Mira, mamá, qué guay” y posterior horror de tu madre al
descubrir tu obra de arte sobre las cortinas del salón. Cuando
suprimes las ruedecitas de la bici. Cuando cantas, cuando ríes,
cuando bailas, cuando lloras. Esa señora tan entrañable del anuncio
que tanta gracia te hace. La parte transparente del jamón cocido. La
cara de un bebé chupando un limón por primera vez (no me digáis
que no lo habéis visto nunca en Youtube). La vida es VIDA, y como
tal, está llena de cosas buenas y cosas malas. Pero pase lo que
pase, es lo único que sólo puede crearse con amor”.
Y lleno el margen de bocetos, sonrío satisfecho y
cierro el diccionario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario