Desde el alma al corazón
domingo, 27 de noviembre de 2016
Algún día, me habré ido.
domingo, 20 de marzo de 2016
Game Over
Sorprende la cantidad de personas que aceptan que si fin está cerca. Es como rendirte a algo de lo que no puedes escapar. Al fin, lo asumes. Y sí, te sientes triste. Parecía bonito. Pero acabó. Déjate morir. Deja de concederte oportunidades. La parte de ti que luchaba por mantenerte a salvo ha hecho las maletas.
Se acabó. Los más frikis dirían "Game Over".
Y yo soy bastante friki.
Es posible que esta sea mi última entrada. Por si acaso, gracias por todo. Por esos ojos invisibles que me leyeron alguna vez. Seguid adelante y sed valientes como yo no lo he sido jamás.
He aquí, mi Game Over.
martes, 1 de marzo de 2016
Diálogo interno.
miércoles, 2 de diciembre de 2015
Carta a una vieja amiga.
Volvemos a encontrarnos, una vez más. Has vuelto, y con más fuerza que nunca. Y yo he cometido la estupidez de acogerte...
La verdad es que no sé qué sentir contigo. Si temerte, tenerte miedo. Por lo que hiciste a otros. Por lo cruel que puedes ser. Por la mala fama que te precede, porque tu naturaleza es ser dañina y letal. Porque me robaste a alguien a quien quería mucho. Porque sé que no me haces bien.
Pero fui yo quien te llamó. Te llamé porque tuve miedo. Porque tú supiste callar mis miedos. Porque me hiciste sentir fuerte, invencible. Fuiste quien me ayudó a soldarme esta máscara que hoy llevo por nombre. Aunque me haces daño. Pero me consuelas.
¿Te quiero, pues?
martes, 1 de diciembre de 2015
De nuevo.
Una vez más, me refugio entre estas líneas. Son el único consuelo que me queda. Son mi abrazo de buenas noches, mi "Yo cuidaré de ti", mi pequeño mundo donde esconderme.
Tengo un muñeco. Es de Miedo, el personaje de Del Revés. Habla cuando le tocas la mano. Esta vez, lo activo y dice "Sorry! I did it again. My fault. " Y yo también, Miedo. Yo también lo he vuelto a hacer.
Equivocarme, esconderme, huir, refugiarme en ese personaje que me hacía fuerte. Ese que no tenía debilidades y se creía invencible.
Pues me he vencido. Esto escuece. Estoy dolorido y tengo que fingir que todo va bien. Poner esa sonrisa falsa que tanto odio.
He vuelto a evitar esa ropa colorida que tengo en mi armario. Mis ojos rehuyen y busco las prendas negras y las camisetas oscuras. Tengo mucha ropa. Quizá regale la que me sobra a la beneficencia. La de colores, claro.
Pienso en las facilidades que tengo. Amigos. Terapeuta. Madrina. Y no me importa. Ya no me importa nada. Sólo sé que esta mierda aún es demasiado grande. Que la vida está hecha para los valientes y yo... Yo no soy uno de ellos. Quizá debí hacer caso a las señales. Quizá debí acabar con esto cuando tuve ocasión. De un plumazo.
Pero ahora tengo que ser "fuerte". Ajustarme mi jersey de cuello vuelto y salir ahí fuera a, como ya he dicho, fingir que todo va bien.
viernes, 7 de agosto de 2015
Prólogo de una odisea.
Hay cosas a las que duele renunciar, lo sabemos tú, yo, y todos.
Y es que he decidido que ya está bien, porque lo peor que puede pasarle a una persona, es que ella misma se convierta en su peor enemigo.
Y bueno, quizá esa ha sido mi maldición. He estado asustado demasiado tiempo, demasiado tiempo haciéndome daño a mí mismo. Casi más que el que me han hecho a mí. Pero no importa. Llevo ya bastante tiempo de cambios, cambios que jamás me hubiera creído si alguien me hubiese spoileado los últimos acontecimientos.
Todo este tiempo ha sido tiempo de sufrir, tiempo de llorar, tiempo de cambiar, aceptar y madurar. Aún me queda mucho, pero muchísimo de todo ello. Así es como termina el "Prólogo" de toda esta aventura. He mirado el precipicio, he llorado, he temblado en el borde... Y ahora por fin estoy dispuesto a saltar. No me malinterpretéis, estoy muerto de miedo. Pero no puedo dejar que el miedo siga aprisionándome. Conozco muchos de mis errores, mis puntos débiles, y mis explosiones internas. Ahora es el momento de crecer, de conocerlos todos, de descubrir mis defectos y virtudes, y abrazarlos. Algo que jamás creí que fuese capaz de hacer.
Da igual bajo qué nombre lo haga. Si "Leo", o "Juanma", o las mil formas de llamarme que han empleado. Sólo sé, que esto será duro, que va a doler, pero será satisfactorio, y maravilloso. Y sé, aunque no me lo crea del todo, que hay gente conmigo. Gente a mi lado que hará de mi travesía un oasis de emociones y cuya mano sentiré en mi hombro. Y sobretodo, con mi fe. Porque sé que Dios está ahí conmigo. Porque me abraza, me quiere, y confía en mí. Siempre he dicho que sé que hay un plan para mí. Es hora de atreverse a destaparlo.
Esto va por mí, por todos los que se fueron, por los que vendrán, y por los que entraron a mi vida para quedarse.
Así que dadme la mano, que vienen baches. Así que...
"Capítulo Uno..."
lunes, 8 de junio de 2015
Cuentecito diminuto.
Tengo los ojos vidriosos, y los labios secos. La cara pálida y las mejillas sonrosadas. Reconozco en mí mismo, el sentimiento habitual. Estoy triste.
Me paso la mano por el cabello, y siento el tacto suave de mi pelo entre los dedos. He cambiado. Ya no veo al chico feliz que quizá fui alguna vez. Y jamás volverá.
¿Qué he hecho mal?
Y me respondo:
Tal vez mi error haya sido creer. Tal vez haya sido pretender buscar magia, bondad y amor donde no lo ha habido ni lo habrá jamás...
Siempre quise creer que dentro de cada persona había un mínimo de bondad, aunque estuviera muy escondido. Pero me equivoqué. Hay personas buenas, pero no todas son así. Y aunque yo creía que era bueno, me doy cuenta de que soy egoísta, malpensado, muy tonto, cabezón... Todo lo contrario a lo que yo creía que era.
Ojalá no necesitase amor. Sería genial volverme insensible, y aprender a pasar de todo. Así me ahorraría muchos disgustos.
Me doy cuenta al ver mi reflejo, de que se me ha caído una lágrima.
Eso me pasa por ser tonto. Un final feliz, no era para mí. Yo no como perdices. Yo soy un superviviente. En mi cuento no hay zapatos de cristal, ni manzanas, ni juguetes animados. En mi cuento hay sangre, hay lágrimas, y hay huidas hacia nuevos mundos que no cesan jamás.
Estoy harto de tener que huir. No quiero desaparecer una vez más. No quiero transformar el mundo en mi chimenea de polvos flu. Pero siento que no puedo escapar de ella. Tengo que hacerlo. Nací programado para evanescerme. Lo llevo en la sangre, el cerebro y el corazón. Quiero deshacerme de él pero no puedo. Es una cadena de la que no tengo llave.
Miro al cielo, ignorando ya el reflejo. "Me has traído hasta aquí por alguna razón. Lo menos que puedes hacer es decirme... ¿por qué?".